Visité la Libia de Gadafi hace cinco años. Sí, era una dictadura pero pude acudir a misa en Trípoli, en la catedral, con un obispo italiano que agrupaba a distintas órdenes religiosas en su templo, incluidas las misioneras de la Caridad de Teresa de Calcuta.La mayoría de los fieles eran negros, emigrantes que habían atravesado 1.000 kilómetros de desierto para huir del hambre.

Ahora, los rebeldes triunfadores -gracias a los bombardeos y el armamento de Occidente- aseguran que los negros son todos gadafistas, que Libia es un país para blancos, islámico, y que se impondrá la Sharia, aunque eso sí, respetará a las minorías religiosas. Para echarse a temblar. Oiga, para esto me quedo con Gadafi.

Si tomamos distancia, distancia histórica, no han sido los occidentales cristianos quienes peor se han comportado con los negros -aunque haya habido abusos graves, por supuesto- sino los musulmanes, mucho más racistas, para quien el África negra no era sino un surtidor de esclavos y de conversos forzosos. El árabe siempre ha considerado inferior al negro. Nada en su Corán les impele a hacer algo distinto.

En el cuerno de África, asolado por el hambre, ocurre lo mismo, al igual que en Mauritania, Chad, Niger, Sudán o Nigeria, es decir, en la frontera entre el África islámica y el África negra. Los cristianos occidentales apoyan a los que sufren hambre y persecución de los islámicos… a quienes su gobiernos –nuestros gobiernos- apoyan en Libia, Siria o Egipto.

Esto es lo que Occidente, -¡Qué visión más imponente, amigo Sarkozy!- ha conseguido tras emplear su armamento militar contra la tropas de Gadafi. Han conseguido que el islamismo radical de los rebeldes, doctrina al Qaeda, llegue al Mediterráneo. Estamos rodeados de estrategas geniales.

Por ahora, no les hemos cobrado nada a los rebeldes a cambio de ganar una batalla que nunca habrían ganado sin la OTAN. Ahora, espero que, al menos, se les condicione la ayuda económica para la reconstrucción al respeto a los derechos humanos y a la minoría cristiana, sea blanca o negra.

Eulogio López

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