Sr. Director:
Llevo varios años viviendo por motivos profesionales lejos de mi país. Hasta ahora he sentido muchas veces preocupación o pena por motivos familiares y personales. Muchas noticias que me han llegado de España en estos años me han tocado también muy de cerca; he gozado y sufrido con ellas y con todos aquellos que las vivían. Pero ayer después de leer un artículo en la prensa sobre la situación actual en la Península fue la primera vez en mi vida que lloré por España, sí, así a secas. Y le aseguró que lloré lagrimas de verdad. No soy excesivamente sentimental y no creo que sea un problema hormonal. Analicé si no sería que lloraba por alguien o algo en concreto, si mi preocupación no se debía a que algo de lo que había leído me afectaba especialmente. Pero la tristeza que salía incontenible y honda era el me duele España, que una ha estudiado en el colegio.
El artículo hablaba de la unidad (o des-unidad) del país y yo me decía: bueno, cada uno que vea, si quieren que se vayan. Pero empecé a pensar: ¿pero quién se va a ir? ¿Y si a los que se van les da por decir estos también son de los nuestros, esos también se vienen con nosotros... y si entre estos y esos hay unos que quieren y otros que no? ¿Y si los de más allá que hasta ahora estaban a gusto - porque a las duras y a las maduras aguantan con los demás - les da por decir que por qué no se van ellos también?. Y le di vueltas y vueltas y... me inundó tanta tristeza y... me lloraba España.
Y luego pensé: Tanto No a la guerra en el Irak y en todos los puntos del planeta y ¿qué pasa con nuestro propia casa? Sr. Zapatero, ¿puede decirse que está consiguiendo que en España los ciudadanos vivan en paz y armonía?
Maria Lozano Berdié
chuslozano@hotmail.com