Texto refundido para una casi nueva ley de propiedad intelectual del Ejecutivo Rajoy. Se habla de Tasa Google, es decir, puede que los grandes agregadores de información (los que cogen la información de otros y la utilizan, para entendernos, la información de los demás).
En Internet están los que crean y los que copian a los que crean. Como la red es enorme y vivimos en plena saturación informativa, resulta que necesitamos de Google y compañía para unificar los escenarios y que la gente pueda llegar a la más y mayor información posible. ¿O no los necesitamos
Aquí hablamos de dos cosas: de información y de dinero, y el problema de Internet es que es global, tanto en información como en dinero.
Es lógico que las operadoras de telecomunicaciones le pidan dinero a Google, porque con ellas se hacen las carreteras y los coches Google los que circulan gratis por ellas. Y ganan mucho más dinero los googles que las telefónicas.
Lo mismo cabe decir de los periódicos: los autores escriben, crean (o así), pero es Google que los recoge de inmediato. Por tanto, el diario para el que trabajan pierde oportunidades y ganan lectores.
Otrosí: ¿no ayudan los Google a que mi información se vea más
Miren ustedes: Google no es necesario. Yo lo empleo todos los días, pero no es necesario. Ayuda mucho como recopilador pero no es creador. Google, además, es grande, y como todo lo grande es ingobernable y nocivo para la mayoría. Google, además, fomenta el pensamiento débil. Por ejemplo, el robot de publicidad de Google, su gran negocio -porque Google compite con aquellos a los que roba la información- es idiota, una poderosísima máquina totalmente idiota. Escribes un artículo a favor la vida y en cuanto ve la palabra aborto te coloca publicidad de una clínica abortista o de FIV. Es una máquina, la única capaz de procesar tanta información. Sólo que, como es una máquina y no un ser humano, la procesa mal. Rápido, pero mal.
Google es el reino del pensamiento débil, pero también un avance para la parte más dura de la investigación, la documentación, se reduce a la milésima parte.
Por último, Google dispara la cantidad de información pero no la calidad. Es decir, que es el reino del pensamiento débil, donde la verdad convive con la mentira y la contradicción es la reina de todos los días.
Y, naturalmente, en Google no existe la verdad, ni el bien ni la belleza. Google no hace juicios de valor, que es la clave de la distinción entre la verdad y la mentira, y que es la clave, sobre todo, de algo mucho más importante: si no hay verdad ni mentira, si no hay bien ni hay mal, pues tampoco hay racionalidad. El relativismo, recuerden, no atenta contra la fe pero aún antes y en mayor grado, contra la razón. Porque el hombre empieza a pensar cuando empieza a hacer juicios de valor.
Se lo explico con el viejo chiste del editorialista de ABC al que le encomendaron escribir un editorial sobre la Inmaculada Concepción. Lo único que preguntó fue: ¿a favor o en contra
O, en la misma línea, lo de aquel cura progresista -esto es, un majadero- que se quejaba ardientemente de que algunos de sus colegas 'habían caído en el dogma'. Pues eso.
Conclusión: creo que Google sí debe pagar pero el mercado de internet es lo que menos me preocupa. Lo que más me preocupa es que Google puede ser eso: pensamiento débil. Que recopile información ajeana no me preocupa, que agregue información convirtiendo a las máquinas en los sabios de nuestro tiempo, eso me preocupa mucho más. Y, como siempre, me preocupa que los googles se han vuelto muy grandes, muy poderosos, muy peligrosos. Ergo novios.
Pero esta es la cuestión de fondo. Poco tiene que ver con el proyecto Wert, que es, como casi todas las leyes del PP, una forma de repartir el dinero.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com