Es un pensamiento habitual en el PP: nadie confía en su jefe sino en el fallo del contrario. También es un pensamiento habitual en la gente del PSOE, que sabe muy bien que su jefe es un personaje siniestro, de esos que firmaría tu sentencia de muerte con sonrisa amplia.
Pero volvamos al PP. Dos detalles: si Mariano Rajoy quiere ganarse la confianza del electorado, deberá ser claro en muchos aspectos No en el económico, porque en economía, lo que espera el pueblo del Gobierno no es que cree empleo sino que no lo destruya. La mayoría piensa -me temo que equivocadamente- que la economía es una ciencia exacta, propia de técnicos, no de líderes políticos. Al líder se le exige que elija buenos economistas, que se asesore bien.
Discrepo de quienes aseguran que la gente vota economía. No, la gente vota una personalidad y unos valores, o, me temo, vota contra una personalidad y contra unos valores.
Pero aunque así sea, es peligroso aparentar justo lo contrario de lo que eres. Por tanto, al señor Rajoy le van a votar una buena parte de españoles que tienen convicciones cristianas o, al menos, una serie de personas a las que molesta que las convicciones cristianas, que no otras que la de libertad personal, sean masacradas por el poder.
Dos detalles:
1. Vida. Gador Joya, heroína de la lucha por la vida, se lo ha explicado de miedo al líder del PP. Si le queda un mínimo de coherencia, lo que tiene que hacer es prometer que derogará la ley del aborto en cuanto llegue al poder. El paripé de la derecha pagana, de tibieza, que se impone en el PP con la trascendental cuestión política del aborto me resulta mucho más insoportable que la postura homicida y seminazi de Zapatero. De éste energúmeno sabemos, al menos, lo que podemos esperar.
La segunda cuestión es la educación, otra de la preocupaciones básicas de los votantes del PP. Frente a un ministro Gabilondo que, como buen ex fraile convertido al laicismo considera que los niños no son de los padres sino del Estado, la reacción del PP no puede ser la de mantener un sistema de conciertos que ha terminado con la enseñanza libre, y que ha convertido a los educadores en asalariados mal pagados. La llegada de Educación para la ciudadanía y de Ciencias del Mundo Contemporáneo es algo que tenía que ocurrir; la conversión en la perversión de menores, también.
Si el PP quiere marcar distancias o firmar un pacto educativo con el PSOE no tiene más que exigir el cheque escolar. Es un camino sin retorno hacia la libertad del individuo, que sólo la familia garantiza, lo mismo que ha supuesto la degeneración de la educación concertada, una especie de secuestro de las familias con dinero de las familias. El cheque escolar es una bofetada para el Gobierno, para los funcionarios y para los empresarios: todo el poder para los padres independientemente de su ideología.
Nadie puede discutir que el bono escolar constituye el modelo educativo más justo y más libre. Pero se necesita coraje para ponerlo en práctica. Entre las innumerables virtudes de Rajoy no figura ésta. Que es, precisamente, lo que necesita don Mariano para llegar a La Moncloa.
Eulogio López
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