El enésimo intento de imponernos el catalán a los ciudadanos por encima de nuestra libertad ya roza el ridículo.
El Departamento de Salud de la Generalitat obliga ahora a que "el médico hable siempre en catalán, independientemente de la lengua de su interlocutor. Si durante la conversación el paciente se muestra extrañado, el personal sanitario tiene que preguntarle si entiende la lengua y, aun así, debe seguir hablando en catalán, con la ayuda de recursos no verbales y material gráfico de apoyo".
Conozco personas mayores a las que ya les cuesta recordar el tipo de pastillas y cuántas tiene que tomarse para que encima ahora añadan dificultades lingüísticas a la conversación. Confío que la mayoría de médicos tendrán mucho más sentido común que los fundamentalistas lingüísticos que tenemos de políticos.
Carmen B. Fernández