Lo que cuesta unir a los defensores de la vida y lo pronto que unen los mercaderes de la muerte.

Hay tres cuestiones que figuran a la cabeza, ejemplo y modelo, del proceso globalizador: el odio al cristianismo, la masacre de niños nonatos y la especulación financiera. Es una globalización muy humana esta que vivimos en el siglo XXI. Y los mercaderes de la muerte han conseguido grandes victorias: por ejemplo, que el aborto ya no sea una vergonzante actividad despenalizada sino un derecho. ¿Derecho a asesinar al propio hijo? Sí señor.

Ahora, el objetivo del Lobby abortero mundial es Argentina. El diario El País, siempre dispuesto a batir el récord de infanticidios, nos informa de que el siguiente objetivo es Argentina. Y tiene razón, dado que aquel maravilloso país hispano afronta unas elecciones presidenciales a las que acuden formaciones políticas muy distintas pero todas ellas con algo en común: el odio a la vida. Todas ellas marcadas por su afán por aniquilar personas no nacidas, naturalmente, en nombre de los sagrados derechos de la mujer... de la mujer que aborta. Notivida (nº 780) explica la postura de todos los aspirantes con meridiana claridad y la conclusión es obvia: ninguno de esos aspirantes defienden la vida del ser más inocente y más indefenso.

Y, faltaría más, El País se suma a la técnica de convertir a las víctimas en verdugo y al verdugo en víctima: Argentina tiene que convertir el aborto en un derecho porque en Iberoamérica se viola a muchas mujeres, un argumento -suponiendo que pueda llamarse argumento- que huele a racismo antihispano. Y mal está que Hollywood o los medios anglosajones consideren que el mundo hispanoamericano está compuesto por varones machistas y mujeres promiscuas pero que se apunte hacia ese tufillo racista desde un periódico español es algo que molesta un pelín.

Y, naturalmente, si el aborto no se legaliza en Argentina, la conclusión, ya advertida por la progresía de El País, estará muy clara: los argentinos pasarán a ser catalogados como 'ultraconservadores'. Traducido: unos fascistas de tomo y lomo.

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Eulogio López

eulogio@hispanidad.com