Sr. Director:

Menos mal que el poder no le iba a cambiar. De momento le ha trocado la sonrisa de la Gioconda en un rictus apretado de rabia, le ha mermado los reflejos -ay, esos días de silencio en el Coto- y ha convertido el talante en una arrogancia complaciente y refractaria a la autocrítica. Una semana después del atentado de Barajas, el presidente sigue sin ver «ningún aspecto que permita decir que ha habido un error» en el mal llamado proceso de paz. Pues ya puede revisar la secuencia de acontecimientos como si fuera una viñeta de pasatiempos clásicos, a ver si descubre los siete errores claves que saltan a la vista de la opinión pública. Porque son tan fáciles de señalar que hasta podría hacerlo Pepiño Blanco.

Error 1. Confiar en ETA. Había precedentes de engaño a González y a Aznar, pero ZP se creyó más listo; su eterno adanismo de considerar que ha inventado la política.

Error 2. Dejar fuera al PP y hacer oídos sordos a las víctimas. Es verdad que la oposición puso muy alto el listón del consenso, pero el presidente se cegó al pensar que podía alcanzar su objetivo sin ella, dándole un golpe definitivo a la derecha. Llegó un momento en que el Gobierno parecía más cerca de Batasuna que del Partido Popular, y su desamparo a las víctimas fue clamoroso.

Error 3. Acceder a la negociación política al aceptar inicialmente la mesa de partidos y sugerir que Batasuna podría ir a las elecciones. Esa decisión violaba el principio de «primero la paz, y luego la política», entregaba a ETA la baza principal del proceso y colocaba al Gobierno en situación de debilidad. La rectificación posterior, forzada por la opinión pública, bloqueó el diálogo porque los terroristas ya no aceptaron volver al punto de partida, que era el abandono de la violencia a cambio de benevolencia penal.

Error 4. Hacer la vista gorda ante los incumplimientos de la tregua, la extorsión postal, la violencia callejera, y ordenar a los fiscales que suavizaran su presión procesal. Otro indicio de debilidad.

Error 5. Sobrevalorar la interlocución de Josu Ternera. El cabecilla etarra logró imponer el alto el fuego, pero carecía de influencia suficiente para sujetar la tendencia belicosa de la banda.

Error 6. Minimizar los indicios de rearme terrorista. El robo de las pistolas y la aparición del zulo de Amorebieta eran nítidos avisos de ruptura que no fueron atendidos, en un clima de optimismo voluntarista que alcanzó el paroxismo con la arrogante presunción presidencial de que todo iba a ir mejor... la misma víspera del bombazo de Barajas.

Error 7. Titubear tras el atentado del día 30. Zapatero esperó hasta más allá de la evidencia la posibilidad de que se tratase de una acción «incontrolada», y ofreció una imagen patética de desorientación que le dejó desacreditado.

Estos siete errores se encierran en dos: ceder la iniciativa a ETA y dar la espalda a medio país que no creía en el «proceso». La pregunta que queda por contestar es si un Gobierno que se confunde de este modo está capacitado para seguir o ha llegado el momento de preguntárselo a los ciudadanos.

Miguel Carmona Espino

miguel40@ya.com