Los santos inocentes a los que se cargó Herodes en Belén y sus alrededores -festividad que conmemoramos hoy- se calculan que no alcanzaron el centenar. Sin embargo, con todo predicamento legal, incluso con la  elevación el aborto al grado de derecho, en 2011, el número de abortos provocados rozó los 120.000. Reconozco que no calibré adecuadamente la Ley Aído de 2010. Mi razonamiento fue más simple que sencillo, o sea, fue malo. No valoré el derecho al aborto que incorporaba la ley respecto a la otra aberrante norma de 1985. Me quedé en el hecho de que tan mortal era la una como la otra: la ley Aído como la Ley Ledesma.

Cuantitativamente tenía razón pero cualitativamente no. En efecto, la ley del 85 considera al aborto un mal menor pero necesario. Una hipocresía y un coladero, de acuerdo, pero lo de la norma Aído fue mucho peor: lo elevaba a la categoría de derecho. Esto es, lo convertía en blasfemia contra el Espíritu Santo, entraba, por tanto, en el camino de no retorno: convertir lo malo en bueno y lo bueno en malo. Conclusión: desde 1985 han sido asesinados en España 1,7 millones de nonatos.

Culpable el PSOE y culpable el PP. Estamos en 2012 y gobierna el Partido Popular. Ni Aznar modificó la ley del 85 ni Rajoy la de 2010. No se atreve. Con la cobardía que constituye su marca de fábrica, el Partido Popular  anuncia que tocará resortes mínimos de la norma, con el demagogo Gallardón  como bandera, mientras el aborto sigue creciendo en España. No sólo el  aborto quirúrgico, el más llamativo, sino el más silente del aborto químico  y, no lo olvidemos, la repugnante utilización de embriones humanos, sobrantes de la fecundación in vitro, como cobayas de laboratorio.

Pasará la época abortista, claro que sí, y entonces nos llevaremos las manos a la cabeza con lo que perpetramos o permitimos. Sí, el PSOE es un partido abortero al que ningún cristiano, ningún provida,  puede votar. El PP, también.

Eulogio López

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