Sr. Director:
Con motivo de la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús y padres de María, el arzobispo de Burgos, D. Francisco Hellín, escribió un largo artículo que titulaba "Los abuelos, un gran don de Dios".

En el interior del artículo, entre otros aspecto dice también: los ancianos con frecuencia prestan impagables servicios a sus hijos y nietos, cuidando de los niños, llevándoles al colegio, dándoles de comer, educándoles en las virtudes humanas y cristianas, etc.". A medida que iba leyendo pensaba en mi abuelo, en lo que le debo, aún ahora muchas referencias a lo largo de la vida son al abuelo. Los que leen mis artículos son testigos del aprecio que tengo por él y como aplico con frecuencia sus sabios consejos.

Los abuelos, hoy pueden ser los principales transmisores a los nietos, no sólo de las virtudes como dice D. Francisco, sino de la fe. Hace unos días, un abuelo octogenario, me comentaba las conversaciones que mantenía, de tú a tú, con un nieto veinteañero que sabiendo la disponibilidad y coherencia de vida del abuelo, iba a preguntar sobre los aspectos vitales de su existencia.

Sin duda creo que el aprecio, amor y reverencia hacia nuestros abuelos no es sólo un deber de justicia sino una garantía de humanidad.

Domingo Martínez Madrid

domingo121@gmail.com