La pinza franco-argelina funciona: fracaso total del viaje oficial a Argelia. A pesar de las mentirosas palabra del canciller español, Argelia no dará marcha atrás en nada, ni en el precio del gas ni en Gassi Touil. Y continúa exigiendo controlar el segundo gasoducto del Magreb. Jalil, el todopoderoso ministro del Energía quiere suceder a Buteflika a costa de su postura fuerte ante España. Además, como presidente de la OPEP, puja por un petróleo mas caro que ha puesto a Europa contra las cuerdas.
El ministro de Energía de Argelia y presidente de turno de la OPEP, Chakib Jelil, tiene un objetivo en la vida: sustituir a Bouteflika, enfermo degenerativo, en la Presidencia de Argelia. Y un método para conseguirlo: convertir al país magrebí en un centro neurálgico del mapa energético mundial. Recuerden, a estas alturas sólo hay un sector económico más importante que el energético en todo el planeta: el agua.
Jalil quiere establecer dos alianzas: con París y con Moscú. Con Putin quiere convertirse en el gran proveedor de gas de Europa. Con Sarkozy pretende convertir a España en zona de paso de gas, pero sin ningún control sobre el mismo. A cambio, Sarkozy ha prometido a Jalil varios grupos nucleares. Se diría que Argelia no es Irán, pero tampoco Alemania, aunque eso nunca ha preocupado al gran Sarko, ni parece preocupar a Estados Unidos, para quien Jalil puede ser tan duro con los fundamentalistas como Bouteflika.
Por eso, Jalil no duda en plantarse en Madrid, Congreso Mundial del Petróleo, y reñir a las empresas españolas, a las que, sin despeinarse, aseguró que tienen que acostumbrarse a que no "todo es gratis".
Caradura inmensa, porque el contrato de gas argelino con España -ahora mismo un 43% del gas que se consume en España- impone una revisión trimestral del precio. Las empresas españolas, y en particular Gas Natural, pagan el gas argelino, el consumidor español, también.
Ahora bien, lo que pretende Argelia es subir unilateralmente un 20% el precio del gas, porque sí, porque lo quiere Jalil. Además, ha expulsado a Gas Natural y Repsol de Gassi Touil por la misma razón: porque le ha venido en gana. Pues bien, en Madrid ningún miembro del Gobierno español le paró los pies a Jalil, a pesar de bravuconería. ¿Se imaginan lo que hubiera pasado si se hubiera atrevido a decir lo mismo en París?
Y en éstas llega a Argel el canciller español Miguel Ángel Moratinos y sale de la capital advirtiendo que se prevén acuerdos y que se han limado asperezas. Fuentes de la negociación aseguran a Hispanidad lo contrario: no ha habido acuerdo alguno y Jalil y compañía mantienen la misma postura de siempre. Es más, no van a ceder en las dos grandes concesiones que, donosamente, hizo el Gobierno Zapatero, con Joan Clos en Industria, al Argel. Cederle a la pinza franco argelina el segundo gasoducto del Magreb, que ahora controlan entre Total y Sonatrach y permitirle vender gas en España cuando a Gas Natural no se le permite hacer lo propio en territorio francés. Insistimos: que España se tierra de paso del gas pero sin control alguno y pagando un alto precio.
Así que el paripé de Moratinos ha sido eso: un paripé. Las negociaciones con las autoridades argelinas no han sido un éxito sino un sonoro fracaso. El prestigio del Gobierno Zapatero en el Magreb es inexistente, y su falta de influencia la pagamos todos los españoles, en el precio del gas, así como las empresas españolas del sector.