La familia catalana se quedará con un porcentaje residual y abandonarán la gestión. Los Sanahuja tienen que responder de una deuda de Metrovesa de 7.200 millones de euros, más otra de Cresa y Sacresa por 5.300. Al final, la batalla con Joaquín del Rivero les ha salido muy cara. España precisa una nueva generación de inmobiliarios menos apalancados
Ya lo explicamos en Hispanidad: si contamos la deuda de Cresa y Sacresa, las instrumentales de la familia Sanahuja, tenedoras de las acciones de la inmobiliaria Metrovacesa, y les sumamos la de la propia compañía (7.200 más 5.300) los Sanahuja deben 12.500 millones de euros. A ojo de buen cubero, o de buen acreedor, algo más del valor de sus activos.
Buenos activos, porque casi todos son inmuebles en alquiler, y eso todavía funciona, pero demasiado dinero. A los Sanahuja les ha salido cara la batalla con Joaquín del Rivero y la OPA sobre la compañía que les endeudó hasta límites insospechados, en un proceso muy similar al vivido por PRISA con Digital . Pero en el fragor de la batalla nada podía prever la crisis de liquidez.
Los Sanahuja han intentado mantener el control, y situar aparte al banco británico HSBC, pero no lo han conseguido, además de enfadar, y mucho, a los prestamistas españoles, especialmente a La Caixa.
Al final, los bancos se han cansado de que la familia intentara refinanciar y mantener el control y han decidido embargar. Dicho de otra forma: los 12 bancos acreedores se quedaran con un 80% de la compañía, y expulsarán a los Sanahuja de la gestión. A partir de ahí, se prevé un troceo de la empresa para saldar deudas.
Tras Martinsa-Fadesa, y Colonial, Metrovacesa será embargada. Se espera una nueva generación de inmobiliarios menos apalancados para volver a empezar.