• Y si contamos la dotación de liquidez, a precio de saldo, la cifra se eleva hasta los 1,6 billones de euros.
  • Son cifras del comisario europeo de Competencia, el español Joaquín Almunia.
  • Es la demostración del fracaso de la política de "aquí no quiebra nadie", vigente en Estados Unidos y en Europa.
  • Pero los gobiernos no son víctimas de los bancos sino también verdugos: obligan a las entidades a comprar su deuda pública.
  • Y, al tiempo, elevan el peso de la deuda por el coste del saneamiento bancario.
  • Y mientras no se permita quebrar a los bancos quebrados -y a los países soberanos quebrados- la crisis financiera continuará.

El comisario de Competencia, Joaquín Almunia (en la imagen), ha hecho las delicias de los chicos del 15-M, al contabilizar las ayudas públicas a los bancos europeos en crisis durante el periodo 2008-2010. Lo fácil sería titular que la banca ha recibido 1,6 billones de euros aunque no es estrictamente así. Lo que ha recibido, como capitalización y para paliar activos tóxicos. Son 400.000 millones de euros. El resto es inyección de liquidez que, por supuesto, también tiene un coste. Primero porque se hace a tipos bajos de interés y segundo porque la interacción entre el coste del saneamiento bancario y la deuda pública, es directo.

Así que, por el momento -sin contabilizar 2011 y con lo que nos queda de aquí en adelante- los bancos ya le han costado al erario público el 40% del PIB español. Ahora bien, no son los bancos los únicos que se benefician de este dineral. Y es que los gobiernos y las autoridades monetarias exigen a los bancos que inviertan el dinero recibido en deuda pública, es decir, en el gasto de los propios gobiernos, en lugar de prestarlo al sector privado que es el que crea empleo.

Seamos estrictos una vez más: no es que les obliguen, pero casi, dado que les exigen capitalizarse pero luego la inversión en deuda pública no computa a efectos de recursos propios, mientras que los créditos al sector privado, tanto a particulares como a empresas, consume recursos propios, ergo les exige capitalizar más.

Y ahí, al mismo tiempo, el coste del saneamiento bancario presiona al alza el peso de la deuda pública y la inflación, dado que a través del Banco Central Europeo se está inyectando dinero en el sistema.

Todo ello como consecuencia del gran error cometido tanto por las autoridades norteamericanas -primero, porque allí fue donde se gestó la crisis, en Wall Street- como las europeas, que se han negado bajo el principio de "aquí no quiebra nadie". Ningún banco, se entiende, pero tampoco ningún país, como estamos viendo en el caso de Grecia. De hecho, en algunos países, como Irlanda, la quiebra -y necesidad de rescate- de bancos es lo que ha llevado al Gobierno a la necesidad de ser rescatados.

Y mientras la política de "aquí no quiebra nadie", o el "todos deben ser salvados", es evidente que la burbuja financiera que provocó la crisis permanecerá. Es decir, que no saldremos de la crisis.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com