Los británicos llevan décadas intentando conjugar una City internacional con un nacionalismo económico de lo más xenófobo. Ante la quiebra de todo su sistema bancario, que fue nacionalizado, buscaron para su señorial Lloyd's un ejecutivo del banco que se estaba convirtiendo en el más rentable de todo el Reino Unido: El Santander.
Por eso se fichó a Antonio Horta-Osorio, primer ejecutivo de Santander Reino Unido y director general del Grupo Santander. Pero el gran fichaje cometió el error de rodearse de ejecutivos del Santander: hasta cinco se llevó consigo. De hecho, el comité de dirección estaba formado por 5 españoles y un sólo británico. Y claro, eso no podía permitirse.
Comenzaron las presiones sobre el españolito -'dogo'- y, a la postre, Horta-Osorio ha sido incapaz de resistir la presión y pidió la baja médica. El Gobierno británico no puede cesar a un consejero delegado a quien ha fichado hace seis meses: necesita que él sea quien tire la toalla.
Y para conseguirlo todo vale, también el feroz artículo de Financial Times, contando la vida privada del ejecutivo a quien, según el muy prestigioso diario británico, el Lloyds le venía muy grande. Incluso -Financial dixit- debería haber buscado ayuda médica con anterioridad. Vamos, que se trata de un prepotente un poco inútil.
Es la contradicción británica. Por un parte Londres vive de atraer dinero de todo el mundo, pero siempre que sea administrado por nativos. Internacionalismo nacional, podríamos llamarle a esa figura.
Miriam Prat
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