En junio, Michel Tilmant sustituirá a Ewald Kist como presidente del banco holandés ING, una de las entidades financieras más importantes del mundo. Simplemente, Ewald Kist ha cumplido sesenta años y todos los directivos se jubilan a esa edad. Ademá, ING eleva ahora hasta la cima a un hombre que apenas pasa de los cincuenta, por lo que se prevé una singladura profesional larga. Viendo lo que ocurre en España, llama la atención esa retirada presidencial a una edad en la que algunos banqueros españoles se creen que están en la flor de la vida.

Pero aún hay algo más llamativo. Por tradición, un presidente que abandona el timón de ING desaparece durante un año, para no hacer sombra a su sucesor. Transcurridos esos doce meses, puede incorporarse al Consejo de Administración, aunque no a ningún cargo ejecutivo. A lo mejor, alguno se da por aludido.

Por cierto, el relevo supone un pequeño jarro de agua fría para el presidente de BBVA, Francisco González, que siempre ha visto a los dos megabancos holandeses (ING y ABN-Amro) como los posibles socios para su señora fusión. Ahora tendrá enfrente a un presidente más joven que él.