En el mejor estilo pepero, es decir, derecha acomplejada, un pasito hacia delante, uno y medio para atrás, el PP ha tomado una buena medida que, como otras buenas medidas del Gobierno Rajoy, tiene el sabor de la impotencia. Tras la amnistía fiscal, ha decretado que todos aquellos que antes del próximo día 30 de abril no rellenen el Modelo 720, es decir, el elenco de sus bienes en el exterior -títulos negociables, inmuebles, todo- variarán su régimen tributario.

Entiéndase: lo importante de esta norma, colofón lógico de la amnistía fiscal, es que si alguna vez esos bienes ocultos salen a la luz se incluirán en la última base imponible del último ejercicio no prescrito.

En plata: antes si cogías a alguno, que son muchos, con bienes no declarados a Hacienda -Ministerio liderado por Cristóbal Montoro (en la imagen)- en el extranjero, podías ir contra la rentabilidad obtenida, no contra el grueso del capital, porque había prescrito. Pues a partir de ahora no.

Es la eterna lucha contra el delito fiscal. Hasta ahora, en Europa los fiscos se han apuntado dos grandes triunfos. El primero, cuando el servicio secreto francés sobornó a empleados del HSBC -el mayor banco del mundo y con más fama de promocionar el fraude, naturalmente británico- y el segundo cuando el Servicio Secreto alemán sobornó a un empleado del famoso banco de Lietenstein.

Del listado del HSBC surgió la acusación contra la familia Botín y su posterior regularización, pero ya lo dijo don Emilio, una vez le habían trincado: "Me encantan las regulaciones". Y a nosotros, señor presidente.

En cualquier caso, da que pensar que la única manera exitosa de luchar contra el fraude fiscal trasfronterizo sea el soborno. ¡Menudo mundo, Miquelarena!

Eulogio López

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