Sr. Director:

Los republicanos catalanes, con motivo del próximo 18 de Julio, quieren celebrar una serie de actos para condenar el Alzamiento Nacional. Y así lo ha acordado la Generalidad.

Dentro de esos actos van a realizar actividades para la difusión de la historia de aquellos terribles años de la guerra civil y, entre ellos, señalar y visitar lugares emblemáticos y rutas del exilio para transformarlos en museos.

Los republicanos ¿? se ve que tienen buena memoria, pero otros muchos españoles también la tenemos.

Es de esperar que entre los lugares emblemáticos que piensan visitar, no olviden la serie de templos y conventos que convirtieron en pavesas y a cuyas puertas expusieron, para ludibrio, las momias de pobres monjitas; ni las numerosas checas en que, con conocimiento y la pasividad de Companys, funcionaron durante la guerra, especialmente la de San Elías, la más terrible y sangrienta de todas, en las que se torturaba y asesinaba del modo más sádico que se puede imaginar; ni los fosos de Montjuich donde dieron su vida tantos cientos de sacerdotes, militares y simples católicos.

También sería oportuno que entre esos lugares emblemáticos se dieran una vuelta por la comarca de Bujaraloz donde fueron asesinados muchos sencillos labradores al paso hacia Zaragoza de las hordas anarquistas de Durruti.

Y, si piensan visitar también las rutas del exilio, no deben olvidarse del Barranco de Tretze, muy cerca de la frontera francesa, en cuyo lugar el día 6 de febrero de 1939 los rojos -los leales a la República- cometieron la mayor salvajada en su desbandada hacia la frontera asesinando a 42 personas, entre las que se encontraba el Obispo de Teruel, Fray Anselmo Polanco.

Fray Anselmo llevaba muy pocos meses de Obispo de la Diócesis de Teruel y dicha capital quedó casi como un islote en la zona roja, por lo que le aconsejaron que se retirara a un lugar más seguro, a lo que se opuso por no abandonar a sus diocesanos cuando más lo necesitaban.

Hecho prisionero el 7 de Enero de 1938, y tras su paso por varias cárceles, fue sometido a un simulacro de juicio en el que se le acusó de adhesión al Alzamiento por haber suscrito el Documento en que los Obispos españoles daban cuenta al mundo de las atrocidades que se estaban cometiendo en la zona roja.

Ante esa acusación alegó que, en lo doctrinal, de nada se retractaba, y, en cuanto a los hechos que manifestaban los Obispos, estaba dispuesto a desautorizarlos si se le demostraba su falsedad, pero que en todo caso no podía desmentir los crímenes cometidos por los rojos en Albarracín porque los había presenciado.

Precisamente el 5 de Febrero, dos días antes del crimen del barranco de Tretze, pasaban por aquellos lugares, en su cobarde huída hacia Francia, Azaña y Negrín.

Los del Memorial Democrático, si son honestos y no sectarios, deben recordar también estas cosas.

Pepe López

maryaurpilin@hotmail.com