Sr. Director:

Lamento decirlo, pero a mí me aburre el fútbol. No me gusta un pelo tener que aguantarlo todos los días y a todas las horas en la televisión, la radio, la prensa y en las conversaciones. Me tiene jarto y empachao. Sin embargo, comprendo que haya muchas personas a quienes les guste, les divierta y les haga la vida agradable. Y eso merece respeto, un profundo respeto. A pesar de mi fobia, jamás se me ha ocurrido, ni ocurrirá, blasfemar contra el fútbol, perseguir a los directivos, quemar los estadios o prender fuego a los futbolistas o forofos. No señores, me parecería feo y un poco canallita. Solución: Me limito a no ir al fútbol y a cambiar de canal.

Otros sí blasfeman, persiguen y queman. Se trata de una minoría, no pequeña, de políticos progres de izquierdas, cuya fobia hacia la Iglesia Católica parece no tener límites. Estos políticos frecuentemente desconocen el marxismo, el socialismo y los demás ismos; como tampoco han leído los Evangelios, ni pisan la Iglesia, desconocen a Cristo y a su Iglesia. Profesan una nueva y particular religión en la que sin exámenes, oposiciones, revisiones médicas o psíquicas y con poca cultura han sido elevados de monaguillos a obispos, sin más méritos que saber alborotar. Y lo hacen muy bien, con pancartas, eslóganes, insultos, huelgas, embustes a go-go y algún que otro incendio. Su primer mandamiento : Vale todo para gobernar. El segundo : odiar y perseguir a quien no comulgue con sus ideales o se les opongan. ¡Y presumen de demócratas! Para destruir a la Iglesia Católica vale todo. Están intentando por todos los medios destruir el matrimonio, la familia y la enseñanza, pilares fundamentales de la sociedad cristiana. Fomentan, mediante el arte y la literatura (?), el desprestigio de lo religioso : Fiestas de Navidad, Reyes, Semana Santa. Aprovechan sus fechas para sustituirlas por otras laicas con más juerga. Como ahora no se lleva eso de quemar iglesias o curas, lo hacen en nombre de su peculiar concepto jacobino de libertad e igualdad. Resulta que estos demócratas no admiten y persiguen a los que no piensan como ellos. Como lo quieren controlar y mangonear todo, no les queda tiempo para gobernar y administrar al pueblo.

Yo les pediría que fuesen menos de izquierda, de derecha o de centro, y algo más demócratas, pero demócratas como los británicos, suizos, norteamericanos y poco más, pues el resto no es de fiar. Claro, que en democracia tendrían que sacar sus manos de la Iglesia, de la enseñanza (en quiebra), de la vivienda (dos millones cerradas) y de una justicia domada. Tendríamos que saber de dónde sacan y cómo gastan los euros los partidos y dejar de inmiscuirse en las empresas. Y sobre todo, tendrían que dedicarse a lo que de verdad nos importa: Cataluña, Vascongadas y Europa.

Mientras tanto, los políticos metome-en-todo, los que atacan sin sentido a la Iglesia, a la oposición, a las costumbres ancestrales y a toda moral podrían limitarse a no ir a la Iglesia y a cambiar de canal. Por el bien de España: ¡Déjennos tranquilos! No nos aburran más con sus rancios sermones progres y sus visiones salvadoras de la patria. Estamos en el año 2005, no en 1934.

Alejo Fernández

Alejo_fp@terra.es