José Manuel Ayesa es un navarro valiente. Presidente de la patronal de la Confederación de Empresarios de Navarra, no tuvo el menor empeño en denunciar las mentiras del Gobierno Zapatero, cuando, durante la primera legislatura, estaba empeñado en decir que sus negociadores de ETA ya no extorsionaban a los empresarios, que casi habían abandonado definitivamente la violencia. Ahora ya no le creen, pero entonces sí -le conocían menos- y hasta sus socios europeos le felicitaron por haber terminado con "el último grupo terroristas del continente". Pero Ayesa no vive en Madrid sino a pie de obra y denunció la falsedad: los terroristas continuaban extorsionando a los empresarios y la clase media navarra (la clase media es la preferida de ETA: no tiene posibilidad de defenderse ni de comprar protección). 

Por eso, ahora su denuncia de los manejos del presidente de la CEOE; Gerardo Díaz Ferrán cobran más valor. Ayesa reivindica a José María Cuevas y pide la vuelta a una patronal CEOE "que sirva a los empresarios, no una CEOE de la que se sirvan algunos empresarios". Lo mismo dice el presidente de las pequeñas y medianas empresas, CEPYME, Jesús Bárcenas. ¡Qué casualidad!

Es cierto que Díaz Ferrán y su socio en Marsans, Gonzalo Pascual, presidente eterno de la Confederación de Turismo, conciben la CEO como un lobby en defensa de la gran empresa no de las micro PYMES y autónomos, que son los que realmente crean riqueza. Eso es cierto, pero no explica la profunda disensión provocad por los hombres "G”, Gerardo y Gonzalo, en tan poco tiempo.

Díaz Ferrán no ha dejado de apoyar al Gobierno socialista español desde su llegada al cargo, lo cual llama la atención como cabeza visible de una pareja de empresarios que siempre han estado asignados a la derecha ‘conservadura'. Pero no hay por qué extrañarse, en primer lugar, si algo molesta a un empresario de raza es el empresario caza-subvenciones, que es, precisamente, el carisma de Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, su socio. El origen de su imperio, Viajes Marsans, les fue regalado por el Estado, al igual que fue el propio Estado, es decir, el Gobierno, quien les  regaló Aerolíneas Argentinas y 758 millones de dólares para reflotarla. Son verdaderos especialistas en succionar prebendas públicas. Su contacto en el PSOE siempre ha sido Javier Gómez Navarro, ex ministro de Felipe González y presidente de la todopoderosa organización de Cámaras de Comercio. Quizás por ello, dos empresarios emparentados como el último primer ministro de Franco, Carlos Arias Navarro, han sido tan aplaudidos y animados por el Gobierno socialista.

Pero al menos, podrá interponer el lector: ¿habrá una distancia ideológica, una diferencia insalvable entre dos empresarios multimillonarios y un Gobierno socialista? Pues no, se lo puedo asegurar. No la hay. De hecho, el Gobierno socialista es progre-capitalista, y a los progres les encanta el gran capital. El ideal de un ministro de Economía progresista consiste en entenderse con un oligopolio -pocas personas, extraordinariamente influyentes que, además, le proporcionen trabajo bien remunerado cuando abandone su austero paso por el sector público- y fáciles de manejar. Con una multitud de PYMES no te puedes entender, con una masa de autónomos tampoco, con una turbamulta de trabajadores lo mismo. Pero si tiene al aparato sindical concentrado en pocas manos -aunque el nivel de afiliación sea mínimo- y dispone de un lobby empresarial "al servicio de unos pocos empresarios", puedes hacer maravillas.

Eso es algo que no soporta Ayesa, ni Bárcenas ni el secretario general de CEOE, Jiménez Aguilar. Ellos están con el emprendedor, no con el gran capital, así que tienen que estar contra la política económica del Gobierno ZP, que beneficia, principalmente, a los millonarios. Y es que el progre-capitalismo -sea de centro izquierda o de centro derecha- siempre se ha entendido a las mil maravillas con las grandes fortunas. 

Eulogio López

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