Sr. Director:

La opinión pública se ve de nuevo sacudida por lo inexplicable. En el edificio Windsor de Madrid se produjo un incendio, el cual se extendió prácticamente con la misma rapidez en todas direcciones, las alarmas anti-incendio no funcionaron, las columnas de agua anti-incendio estaban sin presión, los vigilantes del edificio dan versiones contradictorias en sus declaraciones (en un principio se dijo que no había nadie trabajando en el interior, para después desmentirlo y decir que en su interior se encontraba trabajando una empleada de cierta empresa).

Un video aficionado graba imágenes de varias personas en el interior del edificio cuando los bomberos y la policía aseguran que a esa hora el edificio estaba completamente desalojado, ciertos medios de comunicación y estamentos oficiales se apresuran a asegurar que las imágenes son simples reflejos, se demuestra que no son reflejos, las figuras de personas dentro del edificio son reales, se encuentra un acceso al edificio forzado, los arquitectos del edificio niegan que el incendio se pudiese extender tan rápidamente, debido a las características de la construcción del mismo, la hipótesis del corto circuito en las instalaciones de aire acondicionado o calefacción es desmentida por los dueños basándose en que, por norma, se apagaban y desconectaban de la red eléctrica durante el fin de semana, a los políticos de todos los colores, les falta tiempo para ir a hacerse la correspondiente foto, el presidente del Gobierno a primera hora del día siguiente del siniestro, en el lugar de los hechos y en directo se apresura a dar todo su apoyo a los perjudicados por los daños. ¿Por qué no hizo lo mismo en el Carmelo?

Lo más sospechoso, todas las fuerzas políticas de mutuo acuerdo, aún antes de que se investiguen los hechos. En vez de intentar despellejarse mutuamente, como nos tienen acostumbrados a diario, se empeñan en promulgar insistentemente que el siniestro es un accidente, si se conversa con alguna persona vinculada estrechamente con algún partido político de los mayoritarios -léase PP o PSOE-, enseguida se ponen a la defensiva y sólo saben decir "de nuevo, los fantasmas del Windsor".

En algo estamos de acuerdo, lo ocurrido en el edificio Windsor tienen demasiados fantasmas y demasiados hechos sin explicar. En este país, por desgracia, sobran fantasmas y faltan políticos serios que cumplan y hagan cumplir la Ley.

Jorge de Castro

jdecastroll@gmail.com