Sr. Director:

Curiosamente, comienza la campaña para el referéndum sobre el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa. Y digo curiosamente, porque los dos partidos mayoritarios llevan haciendo su campaña, de manera descarada, hace ya unos cuantos días o probablemente meses.

A uno lo primero que se le ocurre es decir NO, y luego añadir ¿cuál es la pregunta?  Así, a primera vista, podría parecer que este posicionamiento no está muy argumentado y probablemente carente de fundamento. Es verdad, pero no debemos dejar de reconocer que a uno le apetece decir NO: No a que el poder siempre recaiga en los mismos, ¡basta de amasar poder! Vivimos en una democracia representativa, es preciso limitar este poder al Gobierno, a los grandes partidos, los poderes fácticos y dárselo a otros que forman parte de este pluralismo político y social del que afortunadamente disfrutamos, por ejemplo la familia.

Estos poderes constituidos, los que aglutinan el poder, organizan estos saraos para ratificar su posición. Ello, supuestamente, les autoriza para generar unos juicios éticos mayoritarios que dictaminan nada más y nada menos, por ejemplo, cuándo comienza y termina la vida, o qué es lo que constituye y da origen a una familia. En definitiva, no es más que falta de democracia y miedo a la libertad. El Gobierno no nos dice nada de las consecuencias de la consulta popular, el partido mayoritario de la oposición se declaró en su momento contrario a la celebración del referéndum, y un ex presidente del Gobierno nos habla de la posibilidad de deslegitimar al Parlamento con su celebración. En definitiva, miedo a escuchar al pueblo y miedo a perder poder. La falta de democracia no se arregla con menos democracia, sino con más democracia y más libertad.

Muchos son los motivos posibles a esgrimir para oponerse a esta Constitución. El primero es que el Partido Familia y Vida cree en Europa y dentro de nuestra firme apuesta europeísta tenemos la seguridad de que nuestros derechos y libertades se garantizan mejor dentro de la Unión Europea que fuera. Como reza el lema del Partido Familia y Vida: Por la vida, la familia y por Europa vota NO a esta Constitución.

El discurso del partido para pedir el NO en este referéndum se basa, fundamentalmente, en cinco puntos. Dos de ellos son los pilares de nuestra acción política: la vida y la familia.

Una vez más se resume en: Toda persona tiene derecho a la vida. Con una fórmula idéntica, incluso más exigente, en nuestro país llevamos un millón de muertos desde que en el año 85 se legalizara el aborto. La Constitución debería recoger la defensa de la vida en todo momento y ocasión, y ello conlleva el mismo respeto a la situación o estado embrionario de la persona. Establecer esta salvedad en dicha Constitución no sería una especificidad excesiva: a lo largo del texto aparece esta extensión en los derechos con respecto a determinadas minorías sociales (de ello nos debemos alegrar). De igual manera, podríamos y deberíamos hablar de la vida del no nacido.

En estos días, conmemoramos el sexagésimo aniversario del final de uno de los mayores horrores y masacres de la historia de la humanidad: la del campo de concentración de Auschwitz. Esto ocurrió en Europa, concretamente en Polonia, no en un mundo lejano, sino en lo que tenemos por sociedad civilizada y no muy lejos de aquí. Hoy, los nuevos campos de exterminio son: los miles de niños masacrados antes de nacer; los miles de embriones congelados en los tubos de ensayo de cientos de laboratorios; leyes perversas que amenazan la vida de los ancianos, los débiles y aquellos que nos molestan; los cuerpos de muchos hombres, mujeres y niños que mueren ahogados en su intento de alcanzar nuestras costas; la marginación y el hambre de muchos de los seres humanos en nuestro planeta, innumerables personas que viven en la más auténtica pobreza. E insisto, esto ocurre hoy muy cerca de nuestras casas y en Europa y en España.

Este Tratado, por el que se establece una Constitución para Europa, reconoce el derecho a contraer matrimonio y fundar una familia (menos mal, sólo faltaba). Lo curioso es que es una de las ocasiones en las que no especifica a quién concede ese derecho. Todo ello encuadra perfectamente en la política familiar, difusa y atentatoria contra esta institución, que practican los propios países de la Unión. Las Constituciones no generan derechos, los reconocen. El derecho del hombre y la mujer a unirse en matrimonio y fundar una familia les pertenece a ellos y, como consecuencia de esto, sólo desde esa unión podemos hablar de familia. La futura Constitución Europea debería, por lo tanto, respetando el derecho privado de los países miembros, reivindicar la familia frente a otras formas de convivencia. La familia, como célula fundamental de la sociedad, debe ser el eje y motor de toda nuestra política, y este es el único planteamiento moderno. No podemos dar a nuestra sociedad un enfoque meramente utilitarista, esto es propio de épocas pasadas. Lo que debe orientar cualquier política socio-económica es proteger los derechos e intereses de las familias como eje de toda acción política y como única forma de coherencia entre generaciones y cohesión entre individuos. Esto sí que es moderno.

El programa de Familia y Vida para este referéndum destaca, además, junto con los temas propios de nuestra política, ausencias fundamentales de ésta y de cualquier Constitución que se precie. Ninguna de las condiciones que los clásicos fijaron para una Constitución cumple, y para ser moderna debería de ser clásica, que es la única forma de ser moderno. Allí donde no exista garantía de la división y autonomía de poderes no existe Constitución. Todo Estado democrático y de Derecho debe delimitar muy bien la distancia entre los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Todos somos conscientes de las dificultades en la práctica; comencemos, como mínimo, pactando de manera limpia las reglas del juego.

Nos situamos al comienzo de este artículo, y confirmamos como no se da el respeto a la voluntad popular desde el momento en el que desconocemos la influencia de nuestra decisión sobre el futuro de nuestra Europa y su posible Constitución. Toda Constitución debe emerger de un sujeto soberano; aquí no se da éste. Los Estados europeos no han cedido su soberanía. No tenemos prisa, elaboremos una Constitución para Europa entre todos, reconozcamos sin tibiezas las raíces que dieron y dan lugar a cada uno de los valores que esta Constitución propugna: la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad entre los hombres

Muchas son las actitudes catastrofistas que venimos escuchando y que seguiremos escuchando estos días; no es verdad, decir NO a esta Constitución no es decir no a Europa.

Desde el Partido Familia y Vida,  animamos a decir a Europa que éste no es el camino. Europa sí, esta Constitución No. Vota NO.

Juan Marcos Lizarbe

Presidente del Partido Familia y Vida     

marcoslizarbe@yahoo.es