Así, en Chile, bajo la Presidencia de la muy progresista Michelle Bachelet, los homosexuales se han crecido, y no sólo piden legalización del gaymonio con adopción incluida, sino que pretenden expulsar a la Iglesia de la educación, educa a los niños para gays e, incluso, se aproximan a la pedofilia, que, no nos engañemos, es mayoritariamente homosexual. No dejen de leer el Acta de Constitución de la Federación Chilena de la Diversidad Sexual: se entiende todo.
La próxima etapa legal es la votación, por parte del Estado chileno, de la Ley de no Discriminación, estrategia habitual del lobby homosexual, para quien cualquier negativa a sus pretensiones constituye discriminación y homofobia, conculcando de este modo la libertad de expresión: al igual que en Brasil, en Chile pretenden que no se puede opinar contra la homosexualidad.
Por cierto, el presiden del Senado, ex presidente de la República y líder de la Democracia Cristiana chilena Eduardo Frei, se ha mostrado mucho más dispuesto a recibir a los representantes del lobby gay que a las asociaciones de defensa de la vida y la familia.