Les maltrata bastante Florentino. Tanto es así, que la docena de consejeros de ACS Dragados ha montado en cólera y, por fin, han conseguido que les amplíen la sala, situada encima de la madrileña M-30, donde se reúne el Consejo de Administración de la primera constructora española (al menos por el momento). Eso recuerda la vieja ley de Parkinson: "La eficacia de un Gobierno es directamente proporcional al espacio que, en la mesa del Consejo de Ministros, existe entre los codos de cada uno de los vocales". De otra forma, la gente se siente incómoda, sofocada, y está deseando terminar las reuniones. Pues bien, Florentino se lo ha tomado en serio: ampliará la sala.  

 

Por lo demás, el Consejo de ACS es uno de los más silentes de España. Como su presidente gusta recordar: "A mí me gusta que las decisiones se tomen por unanimidad", recuerda, remarcando ese perfil tan democrático que le es propio. Lo cierto es que se trata de un Consejo en el que nadie habla. Como dice uno de sus vocales: "sólo habla Joan David Grimá, creo que por montar el número, y Álvaro Cuervo". Este segundo nombre tiene especial importancia, dado que Cuervo, hombre de confianza de los March, es el único que se atreve a inquirir a Florentino sobre las cuentas, presupuestos y proyectos que presenta. Curiosamente, el vicepresidente Pablo Vallbona, hombre clave de Corporación Financiera Alba, guarda silencio. Al parecer, prefiere que sea Cuervo quien le meta el dedo en el ojo a Florentino.