Ha sido una batalla entre el inversor y el especulador. En Corporación financiera Alba aseguran que el ciclo del acero ha tocado techo, pero los beneficios continúan creciendo. Muñoz se retira tras lograr otro récord en generación de recursos. Le sustituye Aguirre González, que ya perdió la batalla por la Presidencia 20 años atrás. La parte de los Del Pino que ha entrado en Acerinox es la más especulativa

Es cierto que Victoriano Muñoz tiene 71 años y es cierto que recientemente ha sufrido una desgracia familiar. Pero también lo es que pertenece al tipo de empresarios Pérez de Bricio o Emilio Botín, hombres ante los que la simple mención de la palabra jubilación pone de mala uva. Para ser exactos, el presidente del Santander no la admite en boca de sus subordinados. En particular, gente como el desaparecido Luis Valls, o como Carlos Pérez de Bricio y Victoriano Muñoz, pertenecen a ese tipo de gestores poco preocupados por los altibajos bursátiles, que exige austeridad a todos los que le rodean, que no gustan de opciones sobre acciones y que consideran que la remuneración que debe recibir un accionista es su dividendo, y que la inversión y la creación de puestos de trabajo es lo prioritario.

Too es s cierto, pero también lo es que la mayor acería del mundo ha atraído a grupos con un fuerte componente especulativo. El mayor de ellos, el buque insignia de la familia March, Corporación Financiera Alba, que por mucho que invierta en industrias sigue siendo, como su mismo nombre indica, financiero. Los March no invierten en sociedades financieras, sino industriales, pero jamás se comprometen con la gestión de la misma. Es más, cuando pudieron hacerse con la segunda multinacional del mundo en distribución, la francesa Carrefour, renunciaron a ella.

Luego está la familia Del Pino. Pero ojo, no el hermano mayor, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, que se dedica a construir edificios en Ferrovial, no los dos hermanos que han complicado la sucesión del patriarca, Rafael del Pino Moreno, porque prefieren ser rentistas. Así, los hermanos Fernando y Joaquín, han recibido dos sociedades de cartera donde se les va incluyendo distintos paquetes: 5% de Acerinox, 5% del Banco Pastor, etc.

En definitiva, estamos viviendo la lucha entre el inversor y el especulador. El especulador reclama del gestor mucho dividendo y, sobre todo, cotización alta para poder vender en el momento oportuno. Los hermanos March, los hermanos Del Pino o Alicia Koplowitz, se lo aseguramos, no pretenden hacer bobinas de acero; Victoriano Muñoz, sí.

Esta diferencia es clave a la hora de decidir los planes de inversión. Muñoz había conseguido sacar adelante una inversión de 437 millones de euros, especialmente para aumentar la capacidad en las plantas de Estados Unidos y Sudáfrica. De inmediato, los especuladores, especialmente los March, comenzaron a ponerle chinas en el zapato al presidente, que, aún así, consiguió sacar adelante su plan. No sólo so, sino que, además, cerró 2006 como el mejor ejercicio de su historia y, a pesar de los agoreros, obtuvo un EBITDA de 382 millones de euros, es decir, doce veces más que durante el mismo periodo del ejercicio anterior.

A Muñoz le sustituye José María Aguirre González, cuyo padre, Aguirre Gonzalo ya presidió Acerinox. Fue Mario Conde, entonces presidente de Banesto, en una de sus escasísimas decisiones acertadas, quien se decidió por Victoriano. En cualquier caso, Aguirre será presidente honorífico, y Rafael Naranjo, actual director general, se convierte en consejero delegado… a sueldo de los March.

Por ahora, está claro que ganan los especuladores… una vez más. Porque esta no es la batalla del momento, sino una batalla permanente en Occidente en general y en el tejido industrial español en particular.