Este tipo de entradas y salidas de las unidades de la matriz lo inventó Juan Villalonga, siendo presidente de Telefónica. Es una táctica un poco de listillo: que se basa en el principio de que la suma de las partes es superior al todo, es decir, lo mismo que hacen los fondos de capital-riesgo para desguazar empresas solventes.
Luego vino Alierta y tuvo que recorrer el camino de vuelta: absorber a Telefónica Internacional, Terra, etc. ¿Por qué? Pues porque todos esos movimientos no son más que un juego de suma cero, además de la constatación de que los mercados financieros son un casino donde se paga por cada cosa cualquier cosa, más o menos, pero nunca lo que realmente valen. Para ser unos mercados que controlan la economía mundial no está mal.
Veamos, si tengo una mano con cinco dedos y me amputo uno, los otros cuatro valen una quinta parte menos, o así, que dijo un vasco. Y si recupero el dedo el valor volverá a cuatro más uno. No hay producción, no hay servicio, no hay valor añadido: es un mero juego bursátil, y bastante oneroso, por cierto.
En definitiva, los mercados financieros engañan al mercado, ni más ni menos. De paso, los poderosos se engañan a sí mismos, se hacen trampas en el solitario
Eulogio López
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