La inteligencia militar considera que todas las facciones islámicas presentes en Líbano tienen el objetivo común de que los Cascos azules abandonen el país.

La tesis más repetida en los medios informativos de todo el mundo –es decir, las tesis que filtran los servicios de inteligencia- es que el atentado en el que fueron asesinados seis cascos azules españoles fue obra de Fatah al Islam, que vendría a ser un grupúsculo más de la red Al Qaeda de Ben Laden. Esta hipótesis se acepta desde el momento en que Hezbolá condenó el atentado.

Sin embargo, fuentes de la inteligencia militar española tienen sus dudas sobre la inocencia sobre el grupo que dirige el jeque Hasán Nasralá, que hace un mes amenazó a las fuerzas de Naciones Unidas presentes en el país, en las que se incluye el contingente español. En primer lugar, porque dichas fuentes consideran que todos los grupos islámicos presentes en el Líbano comparten similar fanatismo y la idea de que la presencia de los Cascos Azules no hace otra cosa que retrasar su pretendido control del país, una vez que el componente cristiano haya sido expulsado o aniquilado. Para esas fuentes no hay distinción entre la milicia Hezbolá, Al Qaeda, los grupos prosirios  o los fundamentalistas palestinos.

Por otra parte, el hecho de que hayan sido soldados españoles el objetivo del atentado, representa, según las mismas fuentes, otro nexo común en la sopa de letras del fundamentalismo islámico libanés: la obsesión con Al Andalus, es decir, España, como territorio irrenunciable para el nuevo Islam.