Ha fallecido, a los 98 lapsos de tiempo, Irene Sendler, nacida en Polonia y que arriesgó su existencia, en la Varsovia conquistada por los nacional-socialistas Hitlerianos, para liberar de la extinción a 2.500 chiquillos hebreos.
A lo largo de la invasión aria, Sendler salvaba del gueto judaico de Varsovia a las criaturas para camuflarlas entre estirpes católicas y en diversos monasterios para impedir su envío a los campos de exterminio.
En 1943 los servicios secretos alemanes descubrieron su proeza, por lo que Irene fue encarcelada y doblegada a inhumanos tormentos para lograr el testimonio preciso para descubrir el escondite de los chiquillos, pero ella jamás desembuchó ni la identidad ni el refugio de las criaturas que había salvado.
Fue confinada en la cárcel y sentenciada al exterminio, condena que jamás se ejecutó porque, andando al fusilamiento, un oficial la protegió para que se fugara. Desde entonces subsistió oculta, hasta la última etapa de la conflagración.
Sendler fue presentada, por su ciudad natal, para percibir el premio Nobel de la Paz en 2007, lo que hubiera sido una determinación ecuánime y atinada, en cambio la Academia sueca, resolvió concedérselo al ex Vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore. Irene Sendler forma parte del círculo de las magnas figuras de los anales de la historia universal.
Clemente Ferrer Roselló
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