Sr. Director:

Educar a las personas no sólo es conveniente sino necesario. Pero recordemos lo que tantas veces hemos oído: las personas aprenden, primero en la familia, en segundo lugar en la sociedad, y en tercer lugar en las aulas.

Ante todo, la madre, el padre, y los parientes más próximos. Luego, las personas de nuestro entorno, y hoy día, de forma muy destacada, la televisión, el cine, las radios y demás medios, incluyendo el ordenador y su valioso Internet, donde tanto se puede ver, de bueno, pero del mismo modo, de malo.

Y el trabajo, donde también se ha de educar a las personas pues pasamos en él gran parte de nuestra vida. Las aulas, ya sean de colegios, institutos o universidades, quedan en tercer lugar para este tipo de enseñanzas. No por eso son menos importantes.

Nuestros niños y jóvenes son los europeos que pasan más horas ante la televisión y todos sabemos que nuestras televisiones son nefastas. El escándalo es evidente, incluyendo los telediarios con los agrios y casi cruentos panoramas políticos. ¿Educar a los niños en las aulas y dejar que las televisiones, el cine, los tebeos, los juegos de ordenador y el comercio sigan su proceso de degeneración?

En las televisiones se ha llegado ya a límites de escándalo, pero los programadores de las televisiones aumentan cada día su grado de envenenamiento colectivo. ¿Cómo contrarrestar esta mala educación? ¿Con educación para la ciudadanía?

Con la poca influencia que tiene la escuela y como está planteada esta asignatura, no.

Enric Barrull Casals

enricbarcas@gmail.com