Estos días la Permanente de la Conferencia Episcopal ha emitido una declaración sobre la crisis.
Y es que a la Iglesia no le es ajeno nada de lo humano, pero tampoco es simplemente una organización social. No sólo porque la fe en Jesucristo sostiene toda la acción social de los miles de voluntarios que trabajan en las parroquias, de las Cáritas diocesanas, de las congregaciones o de las numerosas hermandades y asociaciones de fieles.
Los obispos subrayan que el anuncio de Jesucristo es la respuesta realmente eficaz a todos los problemas humanos. La fe es caridad y ayuda al prójimo, recuerda el documento.
Y es también esperanza y responsabilidad personal, frente a la tentación de culpar sólo a los otros. El Papa lanzó ayer un mensaje muy similar desde el Santuario de Loreto, donde encomendó a la Virgen los frutos del Año de la fe y del Sínodo sobre la nueva evangelización. Es necesario volver a pone a Dios en el centro, dijo, «para que el hombre vuelva a ser hombre», y prevalezcan la solidaridad y el amor frente al egoísmo. Para que el mundo, en definitiva, sea un lugar más habitable.
Enric Barrull Casals