El Parlamento Universal de la Juventud es un foro celebrado anualmente en el que los jóvenes debaten los problemas que les preocupan. De esta reunión salió la Carta Magna de Valores para una nueva civilización, en la que se defiende la vida desde su concepción hasta su muerte natural. El documento propone un cambio de mentalidad: del derecho a la salud reproductiva (vulgo aborto y anticonceptivos) al derecho a la vida e, incluso, a dar la vida por otros.
La idea contrasta con las conclusiones de otro foro muy distinto, el organizado por UNFAP (Fondo de Naciones Unidas para la Población) en León (México). De este último, hemos informado puntualmente en Hispanidad. La denominación nos indujo a error y conviene aclarar: el Congreso Mundial de la Juventud es el organizado por la ONU para proponer más aborto, más anticonceptivos, más ideología de género, más homosexualismo. Por el contrario, el Parlamento Universal de la Juventud, celebrado este año en Nueva York, reivindica el derecho a la vida, concibe el matrimonio entre un hombre y una mujer como pilar fundamental de la familia y reclama la apertura a la vida dentro de ese matrimonio. En definitiva, ambos foros no sólo no son lo mismo, sino que son dos polos opuestos.