A Francisco de Asís, el santo más popular de toda la historia de la cristiandad, el hombre que puso en marcha la orden religiosa con más impacto del segundo milenio, se le rompió la orden nada más comenzar. Por dos aspectos que constituyen un tratado irrepetible sobre la riqueza y el poder.
Envió Francisco a sus frailes a evangelizar el mundo bajo la doble idea de renunciar a cualquier tipo de acreditación eclesial y de renuncia a la propiedad privada.
Y así, sus misioneros regresaron asegurando que la primera barrera que se encontraban era la de la propia jerarquía que, no sin parte de razón, se preguntaban quiénes eran aquellos mendicantes que iban por libre: ¿Herejes ¿Fanáticos No, no se trata de una cuestión baladí.
A la cuestión política se le unía la cuestión económica. Francisco se empeñaba no sólo en que sus monjes no tuvieron propiedad alguna -hasta ahí todo iba bien-, sino que tampoco la tuviera la orden o el cenobio correspondiente. Y así era difícil levantar iglesias, colegios, centros de asistencias o cualquier otra actividad. Hoy diríamos que los franciscanos sufrieron una crisis de crecimiento y que sólo unos pocos, los observantes, continuaron siendo fieles, en su integridad, a su fundador.
Han pasado ocho siglos y ahora nos encontramos con que en la Casa franciscana de Asís (en la imagen la basílica), que hace cabeza en el mundo, los frailes han decidido luchar contra los pobres profesionales. Y que quede claro que no hablo de legos tibios que no vivan la pobreza. Antes al contrario: en la ciudad italiana, cabeza de la orden franciscana, los frailes destinan 10.000 euros al mes y, si no lo consiguen mediante donaciones, se lo quitan a sí mismo, incluida la comida. Sí, como suena.
Pero una cosa es eso y otra, la caradura de muchos. Porque hay muchos tipos de pobreza, sobre todo la de los pobres profesionales. Empezando por el final, la casa capitular de la orden franciscana ha decidido establecer una especie de registro de pobres. Piden información a parroquias y ayuntamientos de la zona, de donde proceden muchos de estos pobres que han hecho de la limosna su modo de vida. En definitiva, quieren separar a quienes pasan necesidad de quien ha hecho de pobreza su profesión.
Insisto, lo hacen en Italia; en Europa, no en África, donde la miseria es visible. Allí la pobreza es general y los que están dispuestos a trabajar para ganarse el sustento no tienen la menor oportunidad. Y yo creo que los franciscanos hacen muy bien.
Porque hay dos tipos de pobreza. La del Tercer Mundo y la del Estado del Bienestar de Europa o América, donde pululan muchos pobres profesionales. En España nadie pasa hambre, aunque la crisis ha vuelto a crear casos de desnutrición. Y una cosa es la hermana pobreza y otra los pobres profesionales, que más que hermanos andan a la búsqueda de primos. No se trata de buscar excusas para no ayudar a los pobres. Se trata de no ofrecer a los jetas la ayuda de los pobres.
Eulogio López
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