Primer reto. Los bancos cada vez amortizan más créditos del pasado. Su balance se hace pequeño, pero como la mora "ambiental" se mantiene, el porcentaje de morosidad aumenta. La banca lucha -créanme- por dar más créditos, pero sólo se los concede a empresas grandes y medianas -las que menos empleo crean- que han aguantado la crisis: a las buenas, por decir algo. A las pymes y a los autónomos ni agua, porque no se fían de ellos. Si no pagan no tienen nada que embargarles. Sólo que esas pymes y esos autónomos, y esos profesionales, son los que crean empleo y riqueza. La riqueza más sana.
Segundo reto: todas las redes de oficinas pierden dinero. Además, todo banco con más de 2.000 oficinas puede verse abocado a reformas profundas (en plata, echar gente). A alguien se le podría ocurrir que la solución consiste en forzar fusiones para despedir trabajadores, pero a lo peor no es una buena idea.
Tercer reto: la banca sigue viviendo, en tiempos de tipos bajos, de la deuda pública. Sea por operaciones de venta de su cartera (ROF), sea por los intereses devengados por la deuda en cartera, que entra en el margen de intermediación. Pero ese camino se acabará cuando la deuda estalle: por ahora la remuneración de la deuda desciende, afortunadamente, pero el estallido final puede ocurrir cuando el BCE se coma la deuda que la banca no puede absorber.
Y el estallido puede provocar dos efectos: o un destrozo para la banca o un destrozo para el conjunto de los ciudadanos.
Por lo demás, todo está en orden. A fin de cuentas, nuestra banca es de las mejores de Europa. Lo digo en serio.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com