Reprimidos durante los tiempos de Mubarak quieren aprovechar el vacío generado por la revolución de este año.
Los acontecimientos que se han venido sucediendo en las últimas semanas en Egipto no dejan indiferente a nadie teniendo en cuenta el papel que el país juega en la mediación entre Occidente y Oriente. Tras la caída del hasta hace unos meses amigo de Occidente, Hosni Mubarak, se ha generado una sensación de vacío que grupos como los Hermanos Musulmanes o los salafistas están tratando de ocupar. Para ello, estos segundos apuestan por la confrontación en defensa de una concepción radical del Islam. Y el objetivo de sus ataques, los cristianos coptos, que son un 10% de la población egipcia (8 millones).
En los últimos días, varias iglesias han sido quemadas en Egipto, como las del barrio de Imbaba en El Cairo a manos de los salafistas, que acusan a los cristianos de secuestrar en sus templos a mujeres convertidas al Islam. Este rumor prende con facilidad en barrios pobres como el de Imbaba y rápidamente prende el enfrentamiento. En el ataque del pasado sábado, 12 coptos murieron y más de 200 resultaron heridos. Lo más grave es que ante esa situación los cristianos se encuentran totalmente desprotegidos ya que el ejército se intenta mantener neutral por lo que no interviene en el conflicto, mientras que la policía no tiene la fuerza suficiente como para intentar detener los ataques. De ahí que el obispo copto de la diócesis de Gizeh, Mons. Antonio Aziz Mina, afirme que "sin la acción de la Policía y del Ejército, será el caos, la anarquía", tal y como informa la agencia Zenit. Y es que según él mismo afirma, "no podemos alcanzar la paz y la reconciliación si antes no entregamos a los responsables a la justicia. De lo contrario, la reconciliación es sólo un teatro, y los problemas seguirán estando".
Andrés Velázquez
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