No se lo digan a nadie, pero odio la publicidad en radio. En TV la publicidad puede resultar simpática, pero en radio yo me quedaba con Radio Nacional, que no tiene anuncios. Pero son tantas las broncas de mi entorno, encaminándome hacia un sano pluralismo en las ondas, y tantas las tontunas de los reconvertidos locutores de Radio Nacional de España (reconvertidos aceleradamente en el lapso trascurrido desde las once de la noche del domingo 14 de marzo a la madrugada del lunes 15), que he empezado mover el dial. Ahora mismo transito por todo el dial, comenzando por un hombre tan inteligente como Luis del Olmo. Tan, tan inteligente, que es casi la mitad de inteligente de lo que él se cree. Si esa mañana no me he despertado con acidez de estómago puedo escuchar sin especial riesgo para mi salud a Federico Jiménez Losantos, pero mi favorito, qué quieren qué les diga, es el padre Gabilondo, de la parroquia Cadena SER, arciprestazgo Prisa-Sogecable.
Entendámonos. De don Iñaki podría decirse lo mismo que de aquel famoso director de periódicos del que se comentaba que nunca cogía el teléfono, no fueran a darle una noticia. Lo suyo no es la información pero tampoco la opinión: lo suyo es el análisis, que aúna objetividad y profundidad. De ahí su éxito.
Yo no sé por qué anda esta sociedad nuestra tan confundida sobre el bien el mal, la verdad y la mentira, Dios y la nada. Que escuchen los sermones del padre Gabilondo y ya verán cómo todas las preocupaciones se relativizan, todos los reconcocomios pasan a un segundo plano. Gabilondo es clérigo de recta doctrina "prisista", un ortodoxo, que no se desvía un ápice del canon polanquil e incluso nos explica, con refrescantes juegos de palabras y no menos felices argumentos surgidos de su aterciopelada voz, expresión viva y eufónica del talante progresista, quiénes son los buenos y cuáles los malos que, no nos engañemos, es lo que todos deseamos saber para ahorrarnos el siempre tedioso y agotador proceso de analizar la actualidad. El padre Iñaki conecta en forma y fondo, especialmente en fondo, con aquel gran predicador que fuera Fray Gerundio de Campazas, capaz de enredarse el solo en argumentos interminables, de tan sólida apariencia como vacuo contenido, y de lanzar diatribas con puño de hierro en guante de seda, esto es, propinando bofetadas pero mirando hacia otro lado. A mí, la fonía y el timbre del padre Gabilondo me recuerdan mucho la expresión de la nunca bien llorada Lady Diana Spencer: ¡Miradme: soy inocente!
El caso es que el padre Gabilondo nos ha hecho partícipes (justamente el lunes
Y claro, eso no puede ser, dice el padre Gabilondo desde el púlpito: Esos no son usos diplomáticos (no sé si lo son, pero deberían serlo), y el pobre don Iñaki advierte contra la tenebrosa posibilidad de que el Pontífice vuelva a las andadas y propine otra "bronca papal" a don Felipe y doña Leticia, precisamente los futuros herederos de
A mí se me ocurren algunos motivos de bronca pero me lo voy a callar, no vaya a ser que el padre Gabilondo elabore una homilía para el martes 29.
La verdad es que poco ha trascendido de la visita. 25 minutos dan para mucho en manos de Juan Pablo II. Sólo sabemos que el Papa les ha hablado de que "el nacimiento de una nueva familia es una gran acontecimiento para los esposos y para la sociedad". Pero, qué quieren, uno no se fía y juraría que se llevaran de recuerdo, además de las cuentas del rosario, que supongo no es una bronca papal sino una indirecta papal que tampoco agradará al muy pluralista padre Gabilondo.
Mañana habrá sermón a las 7 horas. Hagan una mortificación; madruguen y permanezcan atentos a sus receptores. Es importante. Quién sabe. A lo mejor mañana le toca al Papa el papel de bueno, aunque me extrañe. Hace mucho que el padre Gabilondo se convenció de que lo mejor es incidir en un mismo insulto: si lo repites mil veces podría convertirse en una idea.
Eulogio López