• Entre otras cosas, porque los dos laudos de Jaime Montalvo están impugnados ante la Justicia.
  • Las expectativas no son de acuerdo sino de recrudecimiento de los paros.
  • Ana Pastor ha pedido a la dirección y a los trabajadores que actúen con responsabilidad y afirma que están condenados a entenderse".
  • El Gobierno puede imponer un laudo, en caso de que lleguemos a una situación de estado de alarma.
  • Lo que no puede hacer es prohibir una huelga, salvo que decidiera militarizar la compañía.
  • El aeropuerto de Barajas presentaba este martes un aspecto semicastrense, con varios cordones policiales para proteger las zonas de embarque y facturación.
  • Pastor está librando un doble duelo, contra IAG y contra los sindicatos de tierra.

 

España vive este martes el segundo día de lo que puede llegar a ser una de las huelgas más caras de la historia del sector aéreo en un clima de incertidumbre. Los sindicatos que defienden los intereses de los trabajadores de tierra de Iberia están forzando la situación y  presionan a Ana Pastor (en la imagen) para que imponga un laudo, algo que no piensa hacer, dados los precedentes: los dos laudos de Jaime Montalvo fueron impugnados por Iberia. 

Aunque los sindicatos hablan de un "clima de disposición al diálogo", lo cierto es que las expectativas en estos momentos no son muy halagüeñas para la finalización del conflicto que puede originar unas pérdidas directas e indirectas de 150 millones de euros, una cantidad desorbitada. Todo apunta a que los paros pueden recrudecerse, y ello a pesar de que Ana Pastor ha pedido a la dirección y a los trabajadores "que actúen con responsabilidad y augura que están condenados a entenderse". A nadie le beneficia que Iberia deje de ingresar.

Ana Pastor siempre podría imponer un laudo. Las imágenes del lunes, con los sindicatos invadiendo la T4  y piquetes que impedían el acceso a los vuelos por parte de los piquetes, han causado un enorme impacto en la opinión pública, demasiado cansada ya de que el turismo, tal vez "el único brote verde" de nuestra economía, se marchite por completo.

De hecho, José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo, ha alertado este martes de las graves consecuencias que tanto para el sector turístico como para la imagen de España puede tener la huelga.

En el segundo día de paro, con un 100% de seguimiento de la huelga, según han anunciado los sindicatos, más de 30 furgones de intervención de la policía han custodiado la T4. Los agentes han formado varios cordones policiales para proteger las zonas de embarque y facturación en donde los trabajadores se han concentrado de forma espontánea sin que se hubiera producido una convocatoria previa.

Lo que Ana Pastor no puede hacer es prohibir una huelga, salvo que decidiera militarizar la compañía, algo imposible en la práctica. No parece probable que los soldados puedan dirigir los servicios de handling, ni se envíe a la Guardia Civil a obligar a trabajar a los empleados, como ocurrió en el caso de los controladores, a los que se llegó a imputar por un delito de sedición por no acudir a sus puestos de trabajo.

Hay que tener en cuenta que son 20.000 los trabajadores convocados a seguir los paros durante quince días por los los sindicatos UGT, CC.OO., CTA-Vuelo, USO, Sictpla y Asetma.

Ana Pastor está librando una doble batalla, durísima. Por una parte lucha contra IAG y por otra contra los sindicatos. No ha querido reunirse con Willie Walsh, quien ya ha mantenido una entrevista con Carmen Librero, la actual secretaria general de Transporte del Ministerio de Fomento. Con quien sí se ha reunido la ministra varias veces es con el presidente de IAG, que lo es también de Iberia, el español Antonio Vázquez.

Sara Olivo
sara@hispanidad