recato. 2. m. Honestidad, modestia. Dicen los entendidos que, en un sistema democrático, la figura de los sindicatos es necesaria.
Tal vez sea así, pero nuestros llamados sindicatos de clase, UGT y CCOO, tienen todos los números para estar fuera de tal sistema, porque no tienen democracia interna, y porque dependen vergonzosamente de los bolsillos de todos los españoles. Los jóvenes tal vez no sepan que durante el mandato de Franco -que en avances sociales hizo más que estos dos, mil años que existieran- también había sindicatos, llamados genéricamente sindicatos verticales, porque el mando no residía en los trabajadores, sino que discurría de arriba abajo: en el Gobierno había un cargo de Ministro Secretario General del Movimiento que conllevó, durante años, el de Delegado Nacional de Sindicatos; por supuesto, el enorme coste de inmuebles, instalaciones y gastos de personal de la gigantesca Organización Sindical, corría a cargo de los presupuestos del Estado.
Como se aprecia, hay ciertas similitudes con nuestros contemporáneos de clase, porque a los señores Méndez y Toxo sólo les falta ver en el BOE su designación como miembros del Gobierno. Los sindicatos profesionales, y los llamados independientes -llamados así, supongo, para desmarcarse de los dependientes UGT y CCOO- sí dan la imagen de necesarios para la defensa de sus afiliados, y me da la impresión que para ello les bastarían las cuotas de los mismos. Los otros dos -por todo lo dicho, y porque tienen en el olvido más ignominioso a 4,5 millones de parados- no merecen llamarse sindicatos.
Amparo Tos Boix