1. El diálogo y el talante por detrás y por delante- presentes en el nacimiento de la tontuna ideológica conocida como Zapaterismo.
2. La Última Risa, o genialidad de dos humoristas británicos que explicaron, cuando nacía, en 2007, la crisis financiera actual como ningún manual económico logró hacerlo, reparando en el talento de los brokers.
3. Es éste un talento creativo de tales proporciones que no aporta nada útil pero, eso sí, ha llevado a la quiebra a miles de empresas y nos ha devuelto a los tiempos de una generación de desempleados, sin otro horizonte que la desesperanza.
Un talento enorme, oiga usted.
A estos talentosos especuladores es a quienes hay que pagar salarios multimillonarios, entre otras cosas porque, cuando nos lleven de nuevo a la ruina, todos pagaremos los platos rotos, incluido los bonus de los talentosos.
Insisto, ¿qué es la especulación (o qué es un especulador)? Especulación es una actividad financiera que, de ser suprimida de la noche a la mañana, no provocaría reacción alguna, no le pasaría absolutamente nada a la economía real. Especulador es, pues, un señor que realiza una tarea perfectamente suprimible que nunca beneficia a la economía privada pero que, eso sí, puede fastidiar bastante cuando se dispare la codicia de este tipo de energúmenos talentosos, algo que no sucede muchas veces, sólo de forma permanente.
Sufre Expansión porque no se pueden reducir los salarios por ley. Hombre sí, sí que se puede, aunque es verdad que no se debe porque cuando el Estado (o sea, el Gobierno, porque el Estado, no se lo digan a nadie, no existe) decide los salarios, condena a una sociedad a la abulia y a la atonía.
Pero lo que sí se puede, queridos colegas de Expansión, es cargar fiscalmente contra la actividad financiera especulativa. Que en toda Europa y EEUU la fiscalidad que sufren los rentistas sea inferior a la fiscalidad que soportan los empresarios que crean empleo, los profesionales y los asalariados supone la injusticia más grave del mundo libre en el momento presente.
Que no, que no se trata de reducir el salario al especulador, sino de aumentar la fiscalidad sobre la especulación (en términos absolutos o relativos, me es igual). Es el único gravamen que debe subir. El resto de impuestos debe tender a bajar. Porque la especulación bursátil es lo que Juan Pablo II llamó una estructura de pecado, sin el menor pudor de tomar un concepto prestado -aunque correctamente expuesto- de la progresía clerical.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com