Los tertulianos de Onda Cero respondían a la pregunta de Herrera sobre si estaban de acuerdo en el optimismo del presidente para el que España va bien. Ángela Vallbey opinaba que el presidente tiene una rara habilidad para negar lo evidente. Cuando dice que no hay tensión ni crispación entre la ciudadanía, se equivoca. También hace mucho hincapié en que España es un estado democrático. Pero se han puesto en fractura una serie de condiciones. Se ha notado que es una democracia joven, inexperta y la gente no ha entendido lo de la alternancia, donde los relevos forman parte del juego. Aquí la gente pretende anular al adversario y se está viendo en una serie de actitudes que desmienten la imagen idílica de la España que Zapatero quiere darnos.
Javier Caraballo destacaba que lo más inquietante del discurso del presidente fue cuando se refirió a la fortaleza de la democracia española como un vaticinio. Digo inquietante porque ya sabemos cómo han terminado los vaticinios del presidente del gobierno, en alusión al 29 de diciembre, cuando Zapatero predijo que en 2007 íbamos a estar mejor que en 2006 en terrorismo y al día siguiente estalló la bomba en Barajas que mató a dos personas.
Para José Oneto, los datos que daba el presidente Zapatero no hay tensión política y que el 2006 ha sido el año en que nuestros compatriotas dicen que las cosas han ido muy bien- no coinciden con la última encuesta del Cis, donde la mayoría de los españoles denotan pesimismo, incluso en el tema económico. Ha vuelto a rebrotar el miedo dio al terrorismo, la inmigración y la falta de control. Añadía Oneto que ese balón que ha vuelto a dar otra vez a la situación de la negociación y que es intuida por Rajoy y que denota que desde que el presidente del gobierno dijo que suspendía los contactos no ha declarado que los contactos están rotos.
Y Nicolás Redondo analizaba el discurso del presidente desde una fervorosa defensa de la constitución del 78 que hace compatible la España de las autonomías con la de los ciudadanos. Y creo que España es más débil. La capacidad del estado de redistribuir, riqueza, que es característico de la izquierda, hoy está mucho más debilitada. No hemos sabido crear una representación simbólica de la nación española suficientemente fuerte y soportamos una representación simbólica radical y agresiva y totalitaria de algunos nacionalismos.