El gobernador del Banco de España solicitó, además, una mayor liberalización de los horarios comerciales. Es decir, puso el dedo en una de las llagas internas del Gobierno Zapatero, que enfrenta el vicepresidente económico, Pedro Solbes, con el titular de Industria, José Montilla. La primera en la frente.
Además, Caruana exigió una mayor liberalización del mercado del suelo cuando sabe perfectamente que el Partido Popular lo intentó en 1996 y fracasó estrepitosamente. El suelo no depende del Gobierno, sino de las Comunidades Autónomas. La segunda en la boca. Tres: Caruana habló de flexibilizar las rigideces en la determinación de los salarios, justo cuando en el haber del Gobierno, o así lo considera el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, figura la subida del salario mínimo y la teórica lucha contra prejubilaciones y empleo precario. La tercera en el pecho. Si Caruana quería molestar al Gobierno, la verdad es que lo ha conseguido.