Sr. Director:
Es evidente a todas luces que vivimos en una sociedad donde los valores fundamentales están pisoteados, machacados, prostituidos, corrompidos, olvidados y podríamos continuar; pero también es cierto que son algo innato en la persona y, mientras ésta exista, no morirán.
¿Por qué digo esto? Porque ayer me encontré en Santiago con unas personas que recogían firmas en denuncia de la corrupción política y al principio me sorprendió. Pero charlando me di cuenta de que es necesario acabar con eso para que se solucionen los problemas. Un político que dice servir a la sociedad pero que se sirve de su situación en beneficio propio no solucionará nada. Un político, que cobra todos los meses bastante más que el sueldo mínimo interprofesional, no vive los problemas de tantas y tantas familias que han de apañarse con eso, por lo tanto no hace nada para solucionarlo. Un político que ya tiene su vivienda y bastante más grande de 40 metros cuadrados, no hace nada para que las familias puedan acceder, sin empeñarse de por vida, a una vivienda digna y así podemos continuar con los mayores problemas de los ciudadanos a los que dicen servir.
Eso tiene una palabra y se llama corrupción. Me parece necesario hablar de estas cosas y ayer lo hice y comprobé que los valores no mueren mientras no muera la persona y que además tenemos la obligación moral de exigirlo. Por supuesto firmé el manifiesto.
Mercedes Sancho
terry.duvall@hotmail.com