En esta ocasión, el espacio descubrirá la situación de explotación infantil que vive el país, la lucha contra la trata de blancas, la falta de ayudas para la educación de menores y el esfuerzo por la integración del colectivo gitano.
Bucarest es la séptima ciudad más poblada de la Unión Europea. Es la capital de un país con la tasa más alta de trabajo infantil. El salario medio no supera los 150 euros al mes y buena parte de la población tiene problemas para acceder a la vivienda. Ese es el escenario en el que trabajan los cuatro protagonistas de "Misioneros por el Mundo" de esta semana.
Antolín Santos es un hermano marista que nació en Soria. Lleva 11 años viviendo en Bucarest donde se ocupa de mantener cuatro casas que dan alojamiento, comida y formación a 40 niños que han sido abandonados por sus padres. Allí les ofrecen un ambiente familiar y les protegen del peligro de caer en el mundo de la delincuencia. A muchos de ellos los sacan de vivir hacinados en alcantarillas y viviendo de la mendicidad.
Jesús Agredo lleva 20 años en Rumanía. Pertenece a la orden de los Hermanos de La Salle y está al frente del Centro de Bachillerato La Salle, en la localidad rumana de Pildesti. Allí, la tasa de paro juvenil es muy alta y en el centro les ayudan a conseguir tres cualificaciones profesionales: corte y confección, carpintería y fontanería.
Sin embargo, es Raquel Díaz la que protagoniza uno de los testimonios más dramáticos del programa. Esta carmelita lleva 8 años en Bucarest evitando que muchas jóvenes sean captadas y vendidas para ejercer la prostitución en otros países. En 2010, más de 1.154 jóvenes rumanas fueron víctimas del tráfico de personas. Allí, la hermana Raquel lucha por la sensibilización, prevención e intervención de las víctimas de este delito.
Fabián Rubio lleva 7 años viviendo en la Casa Marcelino San Champagnat de Bucarest. En este centro ayudan a menores gitanos abandonados por sus familias a integrarse en la sociedad y a reforzar su proceso educativo.