Otra vez el mandamiento primero de la justicia social, que no radica en la lucha de lo público frente a lo privado, sino en la guerra cruenta del grande -sea público o privado- frente al pequeño.
Es decir, la Bolsa dice que si alguien puede vender sus títulos a 1 euro, todo el mundo, tenga una acción o 1 millón de acciones, debe tener el mismo derecho. El propietario de 1 millón tiene derecho a mandar más, pero no a cobrar más -en términos relativos-. Es más, el caso de Gas Natural y Unión Fenosa revela que, a pesar de tan noble principio, el grande siempre conserva ventaja sobre el pequeño. Ejemplo: ACS vendió su 46% de Unión Fenosa cuatro puntos por encima del valor de mercado. De inmediato, al superar el 30% del capital, se obligó a GN a lanzar un OPA sobre el 100 por 100, por el mismo precio. Sin embargo, si Florentino Pérez, necesitado de liquidez, no hubiese pactado ese precio, se habría abierto una subasta -que no convenía ni a ACS ni a GN-, una batalla de opas en la que el pequeño accionista hubiese obtenido más dinero.
2. Pero dejemos esas menudencias y volvamos a Repsol. Más embustes: la petrolera rusa Lukoil puede comprar un 30% de Repsol, que es el máximo que le permite la nueva normativa sobre opas antes de verse obligado a lanzar una OPA sobre el 100 por 100. Se nos dice que, aunque la compren por el doble de su precio en bolsa, no pasa nada, porque de inmediato el mercado nivelará esa opción.
No, no se elevará hasta el precio pagado por Lukoil a Sacyr... salvo que el mercado esté convencido de que esto va por fases, y que el 30% que ahora compran los rusos no es más que la introducción a una OPA, a ese mismo precio, sobre el 100 por 100 del capital. Pero, ¿no habíamos quedado en que la entrada de Lukoil no significaba la desespañolización de Repsol?
Además, la pregunta no es esa, la pregunta es: si Lukoil no va a ser más que un socio financiero, sin ánimo de controlar la gestión, ¿por qué no compra su 30% de Repsol en Bolsa, de forma paulatina, y le saldría por la mitad de precio? (o utilizando testaferros, algo de lo más común).
3. Y más. Aunque Lukoil entre en el capital de Repsol, la petrolera seguirá siendo española y las decisiones de inversión se tomarán aquí.
¿A que no? Lukoil no se dedica a ganar dinero sino a ganar dinero vendiendo petróleo. Es un socio industrial, conoce el negocio y no va a quedarse de brazos si las decisiones de su equipo directivo atentan contra sus intereses. Una empresa tiene la nacionalidad de su presidente, ciertamente, porque es éste quien puede recibir presiones contra la deslocalización de público, empleados, sindicatos y gobiernos. Ahora bien, un accionista de referencia, con liquidez para lanzar una OPA, tiene en su mano un único instrumento poderoso: echar al presidente. Y claro que Lukoil intentará echar a Brufau: a la menor oportunidad.
No, Sacyr y Repinves (Caixa Catalunya y Caixa, sobre todo la primera, necesitada de capital con urgencia) venden por necesidad, pero están metiendo a la zorra en gallinero, es decir, están entregando una de las primeras industrias españolas a los rusos, es decir, a la semidemocracia del nuevo Kremlin. En resto es, como dicen en la vieja Castilla, poesía.
4. Y todo esto nos lleva a un tema más serio. El vicepresidente Solbes ese médico que dormita mientras el enfermo agoniza, afirma no tener nada que decir porque, al revés que con Gazprom, Lukoil es una empresa privada.
Como si eso cambiara algo. Lukoil, en primer lugar, es grande, y con la concentración del poder económico mundial en pocas manos es un problema demasiado grave para obviarlo. Además, de privada no tiene nada, que los tentáculos del Gobierno ruso de Vladimir Putin sobre su poderío energético son alargados.
Pero es que, por otra parte, la liberalización en el seno de la Unión Europea se está llevando a cabo de una forma curiosísima: a nadie se le exige privatizar y nadie hace caso de las exigencias de liberalización. Algunos países, como Reino Unido y España, han privatizado, mientras otros
Como Francia, Italia y Alemania, han decidido mantener sus empresas públicas o promulgar mecanismos para que sus grandes multinacionales privadas no puedan ser tomadas por ningún país vecino. Bruselas te persigue si no liberalizas, pero se cruza de brazos cuando una empresa pública, que tira con pólvora del Rey, se va comiendo a compañías de países que sí han privatizado, como es el caso de España.
¿Que cómo se arregla esto? Pues a lo a Sarkozy, el de la sarkosilla. Cuando Société Générale entró en la UVI el presidente francés amenazó a quien se atreviera a aprovechar la situación para absorber el banco francés. Y nadie se atrevió.
Claro que para eso hay que pintar algo en el mundo o, al menos, ser capaz de dar un puñetazo sobre la mesa de vez en cuando.
Y si no, pues haces de la necesidad virtud y te conviertes en un ferviente liberal. Liberal de toda la vida.
No, Lukoil no debe entrar en el accionariado de Repsol. O ZP, nuestro grandioso tautólogo, pasará a la historia como el vendepatrias mayor del reino. Primero le vendió Iberdrola a EDF y ahora Repsol a Lukoil. Pues qué bien.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com