Nunca me ha caído bien el presidente brasileño Lula da Silva. Siempre he sospechado de un rey de la honestidad y de la paz rodeado de colaboradores corruptos y de colaboradores violentos, modernos ladrones y antiguos guerrilleros y terroristas.

 

Es el clásico personaje progre-capitalista, el espécimen más peligroso entre la clase política actual.

Su despedida está resultando sonada. Ya no quiere gobernar Brasil, que se le queda chico, sino toda Iberoamérica. Quizás por ello, don Lula ha lanzado el Consenso de Brasilia, que consiste en pocas palabras, en obligar a todo el continente hispano a aceptar, legalizar, promover y financiar el aborto. Mucho me temo que el consenso de Brasilia sea peor que el Consenso de Washington, aquel otro aquelarre que pretendía imponer el capitalismo -que no el liberalismo- en el mundo. ¿Que en qué se diferencia un capitalista de un liberal? Sencillo, el capitalista es aquel que defiende a la empresa privada; liberal es el que defiende la propiedad privada. El ejemplo de Chesterton: un ladrón puede ser un gran defensor de la empresa privada (de hecho, suelen serlo) pero nunca podrá ser considerado un defensor de la propiedad privada.

Si será capitalista el antiguo comunista Lula que es el político iberoamericano más admirado por los banqueros españoles, llámense Francisco González o Emilio Botín.

El progre capitalista Lula pretende ahora imponer el aborto en todo el continente hispano. El chico es muy moderno y por lo tanto más peligroso aún que el capitalista clásico. Y claro, le ocurren cosas como las de El Salvador, donde más del 90% de los ciudadanos rechaza el aborto porque lo considera un asesinato.

¿Cuál será la reacción del Consenso de Brasilia o sea, de Lula? Denigrar a los salvadoreños, naturalmente.

Y ojo con los consensos: son mucho más peligrosos que las conspiraciones de antaño. El conspirador se esconde; el consensuador se exhibe y asegura estar respaldado por la mayoría. Falso, naturalmente, no es el consenso del pueblo, es sólo el de los poderosos, los estadistas que se reúnen en Brasilia, pero el pueblo sólo acepta la barbarie, es decir, el aborto, por la fuerza.

Eulogio López

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