El catalanismo es inasequible al desaliento. Basta que el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, asegure que la financiación autonómica no se debatirá en esta legislatura para reabrir de manera inmediata el debate. El primero fue Josep Montilla, Ministro de Industria y primer secretario del PSC. Pero ahora ha sido nada menos que el "molt honorable" Pascual Maragall, que no está dispuesto a que se le pase el arroz. El asunto del "desequilibrio" fiscal es tan sensible en Cataluña como los fondos de cohesión en el conjunto de España: "Solidaridad, sí, pero primero nosotros".

El problema de abrir el debate sobre la financiación autonómica es si habrá café con leche para todos o modelos asimétricos. Y, en ambos casos, obligará a debatir la segunda descentralización, el modelo de participación pública, la administración única, la integración de plataformas informáticas entre los diferentes niveles de la administración, etc.

Por si fuera poco, Maragall ha decidido "resucitar" la veraniega propuesta de crear una "eurorregión" que incluya Cataluña, Valencia y Baleares. Se trata de crear una entidad potente en el seno de la Unión Europea que permita tener márgenes de negociación en la Europa de los pueblos. ¿Será que no se fía de la ministra de Agricultura y Pesca, Elena Espinosa? En cualquier caso, no parece que Valencia y Baleares estén especialmente ilusionadas con la consideración de "catalanes del sur" y "catalanes insulares". La propuesta de Maragall va más allá de una alternativa administrativa y pretende resucitar una provocación para jugar él solito a poli bueno y poli malo: "Renuncio a "eurorregión" y me quedo con financiación". La pela es la pela.