Esto se veía venir, la ley del aborto es sólo la punta del iceberg, porque este Gobierno hace tiempo que ha intentado marginarnos como padres.
La maniobra de que ahora seremos "informados" del aborto de nuestras hijas de 16 años es sólo una maniobra que ya no despista a nadie.
No nos engañan, les importa poco que los hijos sean nuestros, a los 16 años y a los anteriores y a los sucesivos años, porque lo que de verdad no soportan es la maternidad ni la paternidad.
Por eso está pasando lo que está pasando y legislan, con toda impunidad, nos amenazan con van a "enseñar" sexo sin seso en las escuelas, a nuestros infantes desde la etapa infantil hasta el infinito, en plan cuartel sin nada de enseñanza personalizada y nos avisan de que a nuestros adolescentes les dirán cómo matar en la escuela de enfermería y en la facultad correspondiente.
Bueno pues una vez reconocida la situación sólo nos queda participar en ella, dejar de ser espectadores mudos y pasivos y pasar a la acción.
¿Y por dónde empezamos?: por ejercer como padres. Por decir aquello de "no con mis hijos". Podemos y debemos cuidar de ellos, no pueden quitarnos ni de lejos ese poder. Vamos a negarnos a que hagan de ellos auténticos borregos que ni piensen ni sientan.
Podemos objetar a tanta incoherencia, no se preocupen los señores del Gobierno lo haremos "individualmente" como padre, como madre. Esa es la solución ocuparse de aquellos a los que más queremos con tranquilidad pero con firmeza.
Yo estudié enfermería y aprendí que es bueno, que es lo mejor, ayudar a vivir. Pero sobre todo y por encima de todo soy madre y no me voy a quedar cruzada de brazos ni un sólo instante cuando se me está diciendo que van a hacer con mis hijos lo que quieran estos "iluminados" que no tienen ni cabeza ni corazón.
Quieren que se los entreguemos desde antes de nacer, quieren adoctrinarlos fuera del hogar y quieren que encima les demos la aprobación legalmente y por escrito, pero esta vez se han equivocado en la forma y en el fondo porque los hijos tienen y tendrán siempre un padre y una madre que piensan en ellos y los quieren.
Pilar Pérez Rodríguez