Sr. Director:
Estoy convencido de que esta invocación, Mater Hispaniae, que se incluye en la Letanía lauretana y que recitamos al concluir el rosario, es de la máxima actualidad.
Dicen los mariólogos que en el curso de la historia de la salvación, que se inserta en la historia de la humanidad, la presencia de María se hace frecuente y es más universal. Las apariciones y los mensajes de la Madre de Dios, reconocidos oficialmente por la Iglesia, ponen de manifiesto que María no es solo "Mater Ecclesiae"; es también la Madre de los hombres, que quiere integrarlos en el Cuerpo Místico, del que Jesús es la Cabeza.
La llegada del fin de los tiempos, no tiene fecha reconocida, pues solo Dios la conoce. Pero hay signos elocuentes que anuncia el Apocalipsis, y uno de ellos es, sin duda, el de la "batalla del gran Día de Dios todopoderoso" (16, 14) que se librará en la tierra contra quienes, manejados por los "espíritus demoníacos", persigan a la Iglesia de Cristo.
Que esta persecución la Iglesia sufre, como la sufrió Cristo, se hace con instrumentos diferentes, desde la violencia, que la ha llenado de mártires, hasta la confusión babilónica de las ideas y la corrupción de las costumbres, que conducen al ateísmo práctico y a la apostasía.
En el día de hoy, sin abandonar la violencia, -pues sigue habiendo mártires, y no pocos -la persecución a la Iglesia y su propósito de aniquilarla, es, a todas luces, la puesta en práctica de un proyecto de descristianización, que afecta a la fe y a la Cultura. Descristianizar la cultura pone en gran peligro a la fe, y descristianizar la fe, vaciando de contenido el dogma, paganiza la Cultura Cristiana.
Si contemplamos la sociedad en que vivimos, con su enorme y profunda crisis moral, causante de otras crisis, incluso de la económica que padecemos, podrá comprobarse que el proceso de descristianización del hombre y de la sociedad (ataques a la Fe y a la Cultura) se encuentra muy avanzado.
En esta etapa de la historia de la humanidad que nos ha tocado vivir, en la que hay protagonistas y testigos, los cristianos que, con la gracia de Dios, conservamos la fe , no podemos limitarnos, para evitar que la contaminación de la cultura nos afecte, a utilizar máscaras antigases, que lo eviten, sino a poner en acción esa fe, haciéndola operativa, a fin de purificar la cultura, mediante la revangelización que pide el Papa en este año de la fe , pues la fe ha de transformarse en cultura, repetía Juan Pablo II.
La cultura católica rezumaba en la sociedad española, y los españoles, bautizados y evangelizados, la ponían de manifiesto de un modo espontáneo, como las esponjas que han sido sumergidos en el agua la rezuman a penas se las toca.
Los nombres eran cristianos (y ahora abundan los que no lo son), se hacía la señal de la cruz al pasar delante de una iglesia, se decían por ejemplo: "Vaya con Dios", "Ave María Purísima" (al llegar a una casa); "hasta mañana si Dios quiere", "una limosna por el amor de Dios", "que Dios le bendiga", "que Dios se lo pague", "que Dios le perdone", "como Dios manda", "Buenos días nos de Dios".
El ataque descarado y sin escrúpulos a la civilización cristiana, y por ello a la fe, como virtud personal, y a la cultura, como patrimonio espiritual, ha avanzado e impregnado tanto, que es lógico pensar en esa "batalla del Gran Día de Dios todopoderoso"; contra el diablo "desatado", aunque solo sea por un poco de tiempo (Apc. 16,14 y 20,3)
Pues bien, para que ese poco de tiempo se acorte, y el año de la fe y la reevangelización tenga éxito, como cristianos tenemos que dirigirnos a María, que como intercesora tiene tal poder que en la boda de Caná de Galilea consiguió adelantar la hora de Cristo, en el Milagro de la conversión del agua en vino (Jn. 2; 1,4 y 11).
María es el Auxilio de los cristianos, por una parte, y por otra la Madre de España; conviene recordar ambas advocaciones.
Auxilium Christianorum: en la letanía que se reza después del Rosario se llama así a la Señora. Es cierto que esta advocación existía ya en el año 1.200, pero fue San Pío V el que la universalizó para conmemorar la batalla victoriosa de Lepanto contra los turcos que pretendían islamizar a Europa. Esta batalla –la "mayor ocasión que vieron los siglos", en frase de Cervantes, que combatió en ella- la ganó la "Liga Santa" y se libró el 7 de Octubre de 1.951.
Su generalísimo fue don Juan de Austria y participaron en la misma buques de España, de Venecia, y del Vaticano. En cada galera ondeaba un estandarte enviado por San Pío V en el que estaban bordados un crucifijo y las armas de las tres escuadras de la Liga . Así puede leerse en el "Diccionario de Historia de España" (T. II. Edit. Revista de Occidente. Madrid 1.968, pag 701).
Tengo a la vista un libro precioso de Luis González Cascos que se titula "Sorpresas de una letanía " (Salamanca 1.954). En su comentario a la invocación de Auxilium Christianorum, escribe -y no dejan de emocionarme- lo siguiente:
"Tu auxilio (María) es eficaz en (las) batallas de este pueblo que se llamó cristiano.
Jamás falló tu ayuda en una empresa en la que el nombre der Dios se hubiera puesto en juego
Descansaban en ti, de tal manera que la lucha se les hacía victoria porque estabas Tu allí.
Con Tu Imagen bordada en un pendón de guerra se han ganado batallas absurdas e imposibles.
Tendremos que luchar nuevas batallas, pero nos sabemos seguros aunque el lobo –con piel o sin piel de oveja- se dedique a dar vueltas a nuestro alrededor , pensando intimidarnos con sus aullidos y algún que otro zarpazo" (pgs 103 y 104).
Y añado:
"Santa María, Auxiliadora de los cristianos a lo largo de la historia"
Ruega por nosotros.
Mater Hispaniae
María es la madre de Cristo, el Hijo de Dios, y de su Cuerpo Místico, y por ello de la Iglesia, así como de cada hombre, especialmente de los fieles. Así leemos en el Capítulo VIII de la Constitución "Lumen Gentium", del Concilio Vaticano II.
Pero también me atrevo a decir que María es la madre de España y además su patrona con la advocación de Inmaculada. No podemos olvidarlo en esta hora difícil. Como cristianos sabemos que las naciones desempeñan un papel importante en la Historia de la salvación.
A las naciones se refieren de modo reiterado el Antiguo y el Nuevo testamento, y Cristo, al profetizar lo que ocurriría con Jerusalén, lloró por su patria (Lc. 19,41). No en balde las naciones tienen ángeles protectores.
Pero España, como nación, tiene a María, como –lo hemos dicho- como Madre. Así lo deduzco, apelando a textos evangélicos, haciendo hincapié en la transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.
De ella fueron testigos sus tres discípulos predilectos, a saber, Pedro y los hermanos Santiago y Juan (Mt. 17,9,2 y Lc. 9,28), como fueron los únicos que le acompañaron a la casa del jefe de la sinagoga, presenciaron la resurrección de su hija (Mc 5, 37 y 43) y fueron con Él al huerto de los Olivos. (Mc. 14, 33)
Pues bien, Jesucristo edificó la Iglesia sobre Pedro (Mt. 16, 18,) confió su madre a Juan pronunciando agonizante estas palabras conmovedoras: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", y estas otras dirigiéndose a Juan: "Ahí tienes a tu Madre" (Jn. 19, 26 y 27); y España la legó a María.
Esta maternidad "sui géneris", se manifestó de un modo bien explícito, cuando viviendo en la tierra, y conviviendo con Juan, María vino a Zaragoza, para dar aliento al apóstol Santiago, en su tarea evangelizadora, y hacer de España un pilar sólido que llevara la buena noticia de la encarnación del Verbo, a medio mundo, fundando la cristiandad hispánica.
La Virgen del Pilar, la "Regina Hispaniarum gentium" se haría presente en Méjico, siglos después, como emperatriz de América, con la advocación de Guadalupe.
Entiendo que es a María, la madre de España, a la que como intercesora, hemos de pedir que ruegue por España.
España, la tierra de María Santísima, se batió por el dogma de su Inmaculada Concepción, y llamándola así es nuestra patrona. Me complace recordar dos conferencias que tuve el honor de pronunciar, y que llevaron por título: "María, madre espiritual de América" (en Santo Domingo –República Dominicana- con motivo de Congreso Internacional mariano, el 24 de Marzo de 1.965), y "La inmaculada Concepción de María Inmaculada", pero no solo Inmaculada, sino "llama de gracia" (Lc, 1.,28) ( en Madrid, el 7 de Diciembre de 1.988).
No quiero concluir este trabajo sin destacar que la Virgen, durante su vida en el tiempo solo hizo dos visitas, una a su prima Santa Isabel, en su tierra, y otra, a España, en la punta de Europa; "finis terrae", en aquella época.
Mater Hispaniae
Salva a España.
Blas Piñar López