Tras el apoyo de la canciller Merkel, sustituirá a Jean Claude Trichet al frente del Banco Central Europeo. El BCE, mientras tanto, pide reformas y avisa ante las presiones alcistas de los precios por el encarecimiento de la energía y las materias primas.
Poco a poco se va certificando el nombre del próximo dirigente del BCE, que para sorpresa de muchos, y tras la marcha del que tenía todas las papeletas para ser el nuevo presidente, el alemán Axel Weber, será el italiano Mario Draghi. Hace unos días recibió el visto bueno de la canciller Merkel -lo que la sitúa en un papel de matriarca de los Estados europeos que tiene que dar el visto bueno-, y probablemente sustituirá a Trichet a partir del 1 de noviembre. Draghi es el actual gobernador del Banco de Italia, y un hombre pragmático que entiende que el BCE fija los tipos de interés para un territorio muy homogéneo. Pero además, en algunas de sus palabras se ha podido percibir mucho sentido común en la crisis del sistema financiero. Una de sus declaraciones ha sido que hay que evitar que sean los contribuyentes quienes paguen el pato y que cuando un banco entra en crisis, se distinga entre los acreedores que "hay que atacar y los que hay que proteger". Palabras sensatas para quien debe dirigir el organismo que trate con las tasas de los intereses.
Y mientras se decide quién será el sucesor de Trichet, el Banco Central Europeo ha presentado este jueves el Boletín Mensual del mes de mayo. En él ha justificado el hecho de que a comienzos de mes se mantuvieran los tipos de interés ya que "se requería un ajuste de la orientación marcadamente acomodaticia de la política monetaria". Ante esta situación desde el organismo que dirige Jean Claude Trichet se alerta del peligro para los estados de la zona euro de "presiones al alza sobre la inflación general, derivadas, principalmente, de los precios de la energía y de las materias primas", aunque al mismo tiempo se observa un "mayor dinamismo de la actividad económica", pese a que "la incertidumbre sigue siendo elevada".
Curiosamente estos avisos, aunque están dirigidos a todos los países miembros, parece que van dirigidos a España, fiel reflejo de todas estas dificultades con el elemento añadido de que en nuestro país todavía no se vislumbra ese mayor dinamismo de la actividad económica. Y es que el BCE avisa que "las expectativas de inflación en la zona del euro deben permanecer firmemente ancladas, en consonancia con el objetivo de mantener las tasas de inflación en un nivel inferior, aunque próximo, al 2% a medio plazo", pero los datos del IPC que ha publicado este jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE) no permiten ofrecer buenas expectativas.
Y más teniendo en cuenta que el BCE sitúa en la confianza empresarial y el consumo interno las causas de ese crecimiento, junto a "la orientación acomodaticia de la política monetaria y las medidas adoptadas para mejorar el funcionamiento del sistema financiero". Pero en España seguimos con el consumo privado estancado y las reformas en el sistema financiero están a medio hacer y no se sabe cómo van a ser los resultados.
Eso sí, como todo organismo que tiene algo que decir, sigue insistiendo en que "los países que presentan elevados déficits fiscales y exteriores o pérdidas de competitividad deberían emprender reformas económicas de gran alcance". El Gobierno dice que sólo va a poner en marcha las ya previstas. Habrá que ver si es eso suficiente o todavía no.
Juan María Piñero
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