El primero que se alegra con la popularidad de Rodríguez Zapatero es el líder nacionalista catalán Artur Mas. A él se le atribuye la frase, pero lo cierto es que la idea es bastante habitual tanto entre el nacionalismo vasco como en el catalán: Lo que no consigamos con éste, no lo lograremos nunca. Éste, naturalmente, es Rodríguez Zapatero, el hombre que está dispuesto a hacer cualquier concesión al nacionalismo, incluida la autodeterminación, con tal de aislar al PP o, lo que es mejor, aniquilar al primer partido de la oposición. Y no quiere aniquilar al PP porque sea de derecha. Quiere aniquilarle por la sencilla razón de que es el único que, a día de hoy, puede arrebatarle el poder.
Ahora bien, aquí hay que aclarar el pacto entre Zapatero y Mas. La clave es la Presidencia de la Generalitat. Zapatero quiere que CiU se comprometa con el Gobierno de la Nación, con la entrada en el Gabinete de entre dos y tres ministros catalanes, y, desde luego, con Duran Lleida como ministro de Exteriores. Ahora bien, ese compromiso, que Aznar no consiguió de Jordi Pujol, tiene un precio : la Presidencia de la Generalitat, que CiU quiere ocupar a toda costa, y que ha de ser para Artur Mas. Sólo que también la desea el ministro de Industria José Montilla, candidato del PSC a las próximas elecciones. El pacto es que el partido que obtenga más escaños se queda con la Presidencia y el segundo obtiene el premio de consolación de primer consejero. Mas sabe que puede perder el envite, y obtener menos escaños que el PSC, pero en ese caso ya le ha advertido a Duran que se olvide de entrar en el Gobierno.
Al mismo tiempo, tanto CiU como el PNV presionan en la misma dirección: necesitan que Zapatero esté en el poder y que el PP ni se acerque a La Moncloa. Saben que sólo con Zapatero podrán obtener todo lo que pretenden. Pero tampoco conviene apoyarle demasiado : podría obtener la mayoría absoluta para el PSOE y entonces dejaría de necesitarles. El sueño nacionalista consiste en eso : en que Zapatero siga en el poder, pero en minoría.