¿Es horizonte atractivo para el hombre terminar como un perro o una bolsa de basura Pues es el que ofrecen todas las concepciones materialistas. La meta de la existencia humana, el final del camino, es la nada.
Ante este panorama tan desolador hay que preguntarse si vale la pena ser hombre. A pesar de todo ello muchos 'pensadores' actuales difunden y propugnan esta concepción materialista.
La vida, el trabajo, todo lo que hacemos y padecemos están destinados a la destrucción. Su oferta suprema es disfrutar a tope, tener un cuerpo bonito, triunfar en la vida, ganar mucho dinero. De todos modos, es una oferta que no va más allá del buen deseo, porque la experiencia se encarga de demostrar que ese 'ideal' es imposible. Se quiera o no, el dolor, la enfermedad, los fracaso, la muerte… llegan inevitablemente y cuando menos se espera.
Nada de extraño que el horizonte materialista se resuelva en pesimismo, en hastío de la vida, en suterfugios de la droga y del alcohol, en la desilusión y en la desesperación; y que tantos jóvenes y adolescentes del mundo más desarrollado, encuentre en el suicidio la 'única salida' para su existencia angustiada, hace unos días se hizo público que el suicidio se ha convertido en España en una de las principales causas de muerte, por encima de los accidentes de tráfico.
La oferta cristiana es muy distinta: "Jesuscristo a vencido a la muerte y da -a quienes creen en Él- la posibilidad de vencerla también". Los seguidores de Jesús morirán, ciertamente. Pero la suya no será la muerte de un perro o la de un roble quemado. Será una muerte que dará paso a la vida verdadera, la Vida con mayúsculas. Esta es la esencia de la fe cristiana. Por ella han dado la vida los mártires de todos los tiempos. Por ella viva la buena gente.
Por ella vale la pena llevar una vida limpia, honrada y sacrificada por los demás. Por ella no desesperan los que experimentan el dolor. En un a palabra: por ella merece la pena ser hombre. ¿Hay algo que tenga más futuro
Lluis Esquena Romaguera