El delirio que ha llevado a Artur Mas a convocar elecciones a mitad de legislatura, le ha pasado una enorme factura.
Mas convocó elecciones para, en sus propias palabras, obtener una mayoría excepcional. Los catalanes no sólo no le han dado un mayor apoyo, sino que le han quitado buena parte del que tenía. Los 62 escaños con los que contaba se han quedado en apenas 50, un escenario que CiU no contemplaba ni en la peor de sus pesadillas. Ya no cuela la cantinela de la mayoría soberanista en el Parlamento catalán, en primer lugar porque esa mayoría, en número de escaños, ya existía, y en segundo término porque hacer ese diagnóstico de la situación es como tratar de tapar el sol con un dedo.
CiU ha ganado pero ha perdido las elecciones, ha sido un ganar sin ganar o un perder ganando.
Pedro J. Piqueras Ibáñez