Si el principio de estabilidad presupuestaria no se discute, el de flexibilidad laboral tampoco. Carlos Solchaga, Miguel Boyer y Rodrigo Rato comparten el criterio de la necesidad de establecer unas relaciones laborales con menor nivel de rigidez. Al final, será el socialismo quien realice la reforma laboral, como fue el PSOE quien emprendió la reconversión industrial y Lula quien reformó el sistema brasileño de pensiones.
Algo que se ahorrará Antonio Gutiérrez, ese sindicalista reconvertido en político al que no pueden ni ver en ninguna de las dos centrales sindicales mayoritarias. Quien asuma la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales deberá de lidiar entre las reformas de la ortodoxia y las demandas sindicales. Un encaje de bolillos tan difícil como cuadrar el círculo.